Una enfermedad que se creía erradicada está matando a niños en Venezuela

CIUDAD GUAYANA, Venezuela — Abismael Espinoza jugaba Mario Bros en un pequeño laptop que el gobierno le regaló a su familia. Cuando tenía que cederle el aparato a sus numerosos hermanos, salía al parque arenoso fuera de su casa donde, de vez en cuando, se peleaba con otros niños de su edad.
Abismael, de 8 años, llevaba una infancia bastante normal. Pero su vida terminó de manera inesperada el 24 de septiembre, después de que contrajo fiebre, y le salieron unas pequeñas llagas blancas en la parte de atrás de la garganta.
A los tres días de presentar esos síntomas, el niño murió de un paro respiratorio causado por la difteria, una enfermedad que no se veía en Venezuela desde hace 20 años. La difteria es una enfermedad contagiosa que bloquea las vías respiratorias e infecta los órganos vitales. Se puede prevenir fácilmente por medio de una vacuna.
Pero la escasez de medicinas que ahora prevalece en Venezuela por la profunda crisis económica que atraviesa el país le ha dado a esta enfermedad una oportunidad de regresar y ya se ha cobrado la vida de decenas de niños en Venezuela.
“Él me preguntaba que si esa enfermedad mataba y yo le decía que no”, recuerda Gregoria Espinoza, la madre de Abismael. “Pero una doctora en el hospital fue muy sincera conmigo y me dijo que ya tenían dos niños que se habían muerto de eso”.
Ahora Espinoza y su esposo luchan para pagar un préstamo que tomaron para enterrar a Abismael. El colegio público local inicialmente le prohibió la entrada a clases a sus hermanos porque temía que pudieran contagiaran a otros estudiantes. “Nos discriminaron”, dice Espinoza tratando de contener las lágrimas.
La difteria no tiene que ser mortífera
En Estados Unidos y la mayoría de los países de América Latina esta enfermedad se ha controlado aplicando una serie de vacunas a la población infantil.
Pero en Venezuela miles de niños no tienen a ellas. El gobierno de Nicolás Maduro está sufriendo para pagar sus deudas y tiene cada vez menos dólares. Por lo tanto, se ha visto obligado a limitar las importaciones de muchas medicinas, incluyendo las vacunas.
“Lo que estamos viendo ahorita puede ser la punta del iceberg”, dice una doctora de Ciudad Guayana quien no quiso dar su nombre por el temor a perder su trabajo en un hospital público. “Nuestro miedo es que así como está ahora la difteria, así va a repuntar el sarampión, va a repuntar la fiebre amarilla, todas esas enfermedades que son prevenibles con una vacuna”.
La difteria se previene con un medicamento conocido como la vacuna pentavalente, que se istra a los niños a los 2, 4 y 6 meses de edad, con refuerzos a los 18 meses y a los 5 años.
Un informe oficial al que tuvo Fusion y Univision Noticias estima que en el primer semestre de 2016 solo el 20% de los niños venezolanos de 5 años completó su ciclo de vacunación contra la difteria.
Aunque la mayoría de niños de 2 meses y 4 meses sí recibieron vacunas en campañas lideradas por el gobierno, la cobertura para la tercera vacuna del ciclo –para niños de 6 meses-- fue solo de un 50%, como demuestra esta gráfica oficial.
En Ciudad Guayana, varios médicos confirmaron que habían visto estas cifras en una presentación que recibieron de parte de una funcionaria del Ministerio de Salud. Pero dicen que no se les permitió compartir estas cifras con el público ni con la prensa local. “No nos dejaron copiar o compartir la presentación”, dice un pediatría que asistió a una de las reuniones.
Según el diario local Correo del Caroní, las consecuencias de la falta de vacunación ya se están viendo. El periódico ha contabilizado más de 23 muertes por difteria desde el mes de abril en Bolívar, el estado donde queda Ciudad Guayana. La mayoría han sido niños.
La ministra de Salud negó esos informes el 12 de Octubre y dijo que hasta ese momento solo se han registrado 2 muertes por difteria y cuatro posibles casos más. Pero esas declaraciones son difíciles de confirmar ya que Venezuela no ha compartido reportes epidemiológicos desde mediados de 2015.
En el hospital Raúl Leoni de Ciudad Guayana, Univision Noticias conversó con médicos que aseguran haber contado mas de 30 casos de difteria desde julio incluyendo ocho casos de niños que murieron en ese hospital en solo tres meses. Los hospitales públicos en Venezuela no suelen compartir informes sobre epidemias, pero en otras ciudades también hay médicos que están filtrando información sobre casos de difteria a periódicos locales.
“Antes de este brote no se habían registrado casos desde 1992”, afirma la doctora Ana Carvajal, una epidemióloga en Caracas, que maneja una red de información de salud pública. “Muchos de los médicos jóvenes no tiene información sobre cómo actuar frente a esta enfermedad”.
Carvajal dice que los primeros casos de difteria que se reportaron este año sucedieron en Sifontes, un municipio minero en el sur del país.
Sifontes se ubica cerca a la frontera con Brasil, donde también existe la enfermedad. Desde el año pasado ha incrementado el número de venezolanos que viajan a Brasil para comprar comida y otros productos que escasean en el país y es posible que este flujo de personas haya propagado la enfermedad. También es posible que la enfermedad haya sido traída por trabajadores de Europa del este que laburan en las minas de oro de la región.
La difteria puede sobrevivir dentro de una persona por seis meses sin mostrar síntomas. Se transmite generalmente por la saliva, así que basta un estornudo o una tos para pasarle la bacteria a otra persona.
Hugo Ledezma, un pediatra de Ciudad Guayana, sospecha que la falta de antibióticos también ha facilitado la propagación de la enfermedad.
“Antes la gente se automedicaba penicilina cuando sentía los primeros síntomas”, dice el médico. “Yo creo que estaban eliminando la enfermedad sin darse cuenta.”
El gobierno ha respondido al brote de difteria con campañas de vacunación en zonas mineras y en Ciudad Guayana, que según fuentes oficiales, pretenden cubrir a 300,000 personas.
Pero para algunos niños ya no basta el tratamiento preventivo y lo que necesitan urgentemente es medicina para combatir la enfermedad.
Justin Valdez, de 2 años, llegó al hospital Raúl Leoni en Ciudad Guayana el 19 de octubre después de que se le inflamó la garganta y le salieron llagas blancas por dentro de la boca.
El niño fue internado en la unidad de cuidados de intensivos del hospital para que no contaminara a otros pacientes, pero tuvo que esperar cuatro días para recibir una medicina que necesitaba para sobrevivir. El remedio se conoce como antitoxina diftérica.
“Cuando llegamos al hospital nos dijeron que tenían antitoxina, pero estaba vencida”, recuerda Erika Valdez, la joven madre de Justin. La medicina, que había sido importada de Brasil, había expirado en enero de 2009.
Mientras la familia de Justin presionaba a las autoridades para que trajeran más medicina al hospital, la salud del niño se complicó y las toxinas emitidas por la enfermedad invadieron su corazón. Justin sufrió dos episodios de arritmia cardiaca y tuvo que ser conectado a un respirador artificial.
“Para el viernes ya tenían más medicina importada de Rusia”, dice su padre, Gustavo. “Pero las instrucciones estaban en ruso y nadie en el hospital sabía leer ruso”. Justin tuvo que esperar un día más al borde de la muerte, mientras los médicos lograron conseguir un intérprete.
Relacionados
Morir sin remedio en Venezuela
El niño ahora se recupera lentamente. Su padre, que pasó varios días haciendo vigilia en el hospital con una Biblia en la mano, dice que Justin se salvó de “milagro”.
Pero los médicos del hospital dicen que la medicina para la difteria aún es difícil de conseguir. Aseguran que no necesitan de milagros, sino de más insumos para tratar a sus pacientes.
“Acá ni siquiera tenemos alcohol”, dice una médica del hospital. “Los pacientes acá tienen todo cuesta arriba”.
Vea también:
La indignación de los venezolanos ante la crisis de salud