Propuesta del artista: Un ser humano en una imagen

El retrato es una pieza a cuatro manos, el fotógrafo se lleva sólo lo que el personaje le da, ni más ni menos.
El retratista es ambicioso, intenta revelar a un ser humano con una sola imagen. Para esto, tradicionalmente se ayuda incluyendo en el encuadre un atributo del retratado: el guerrero y su escudo, el boxeador y sus guantes, el periodista y sus libros.
Pero esta serie de retratos no es tradicional y su complejidad para mí resultó inédita. Los atributos de los personajes no son físicos o tangibles, ellos se pararon frente a mi cámara porque están de vuelta después de cometer un error.
Conocer los detalles de sus crímenes me resultaba inútil para describirlos. “Si fuéramos juzgados por nuestro peor día, quiénes seríamos”, se pregunta Thomas Kail, director del musical Hamilton.
Hice un esfuerzo por no contaminarme con demasiada información y llegué a las sesiones sin prejuicios. Logramos encuentros cálidos, emocionantes y estéticos; algunos de minutos, otros de horas, pero siempre ricos y gratificantes.
Las tomas son muy cercanas, casi siempre los rostros en primer plano, sin ruido, sin distracciones. Sus ojos son el centro de interés. Detrás, al fondo, los dos océanos, el desierto, el cielo azul o sus espacios cotidianos desenfocados. Sobre sus caras la impetuosa luz de este generoso, grande y complejo país. Otras veces el destello de un sencillo flash.
Cientos de fotografías en cada sesión; las primeras hicieron el camino para llegar a que sus músculos faciales se alinearan para contar quiénes son.
Estas imágenes tratan de develar a seres que se sienten estigmatizados, agradecidos, melancólicos, eufóricos, emocionados y temerosos porque recibieron una segunda oportunidad.
Hacer este intento fue un hermoso privilegio.
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