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Ciudadanía

"Estás vivo, pero eres incapaz de existir": "la tortura" de nacer sin una ciudadanía

Quienes pierden la ciudadanía por nacimiento, quedan sin país, sin derechos básicos. El gobierno de Trump pidió a la Corte Suprema permitirle avanzar en la restricción de este derecho para los niños nacidos de inmigrantes sin residencia o ciudadanía. Eso dejaría apátridas a los hijos de solicitantes de asilo de países como Venezuela o Rusia. La historia de Karina Ambartsoumian-Clough muestra el daño que podría causar esta decisión en las próximas generaciones.
Publicado 18 Abr 2025 – 02:21 PM EDT | Actualizado 18 Abr 2025 – 02:47 PM EDT
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Karina Ambartsoumian-Clough llora sólo de pensar que la Corte Suprema pueda acabar con el derecho a la ciudadanía por nacimiento para los hijos de inmigrantes en Estados Unidos. Ella había vivido 37 años con las consecuencias de ser apátrida. Los únicos documentos con los que podía probar quién es, eran su partida de nacimiento en la extinta Unión Soviética y un carné que le dieron cuando estudió en una secundaria en Pensilvania, a donde había llegado con su familia en 1996.

Estos papeles no le habían permitido optar por una identificación o una licencia; tampoco por algún beneficio migratorio. No le habían servido para abrir una cuenta en el banco, pedir un crédito, estudiar en la universidad, comprar una casa, tener un pasaporte o simplemente, trabajar. Lo mínimo necesario para construir una vida.

"No le deseo a nadie ser apátrida. Es una experiencia horrorosa, una negación del derecho humano básico de tener protección (...) Quedas estancado, sin posibilidad de mantenerte o mantener a una familia", dijo a Univision Noticias. "Estás vivo, pero eres incapaz de existir. Es muy duro".

Este jueves, a petición del gobierno de Donald Trump, la Corte Suprema aceptó escuchar argumentos para acabar con la ciudadanía por nacimiento en Estados Unidos. Después del 15 de mayo, cuando está fijada la audiencia, el máximo tribunal del país podría decidir si este derecho estará limitado sólo para los hijos de ciudadanos o residentes permanentes en los estados donde las cortes evalúan las demandas. El resto podría quedar excluido.

Eso dejaría a los hijos de solicitantes de asilo y a indocumentados de países que no tienen consulados en EEUU sin la posibilidad de optar por la nacionalidad de origen de sus padres. Quedarían, como Karina, apátridas.

"Estás permitiendo que los niños nazcan sin derechos humanos. ¿Y qué pasa históricamente con la gente que no tiene a derechos? Son vulnerables al abuso y esa es la historia que creo que más gente debe comprender: la mayor consecuencia de revocar la ciudadanía por nacimiento es que crearás más apátridas en un país que no ofrece protección para ellos (...) No puedes ajustar tu estatus pero tampoco te puedes ir".

Ser apátrida en EEUU

Una investigación del Centro para Estudios de Migración calculó en 2020 que en Estados Unidos viven al menos 218,000 personas apátridas o en riesgo de serlo. La mayoría está en California, Nueva York, Texas, Ohio, Minnesota, Illinois, Pensilvania, Wisconsin, Georgia y Virginia.

La Convención sobre el Estatuto de Apátridas de 1954 explica que se trata de personas que no tienen ciudadanía ni se consideran nacionales bajo las leyes de ningún país. Una persona puede perder su nacionalidad de varias maneras. Una de ellas —que fue lo que pasó con Karina y su familia— ocurre cuando un país deja de existir o adopta leyes de nacionalidad que discriminan a ciertos grupos.

El Departamento de Estado se comprometió en 2021 a mejorar las protecciones para la población que vive en el país en esa condición al incluir la definición de "apátrida" desde el punto de vista migratorio. Y en 2023, la Oficina de Servicios de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) publicó una guía para que las personas apátridas pudieran optar por permisos de trabajo, acciones diferidas, paroles y ciertas visas. Fue el primer paso para proteger a quienes viven en ese limbo, pero no les confirió una solución permanente y su alcance es limitado, pues no resguarda a quienes tienen procesos de deportación con la Agencia de Inmigración y Protección de Aduanas (ICE).

Un reporte publicado por la Escuela de Leyes de la Universidad de Chicago en noviembre de 2022 analizó que cuando Estados Unidos ordena la deportación de una persona apátrida, los afectados se enfrentan a la posibilidad de detenciones migratorias que pueden durar meses o años. En algunos casos, después del arresto prolongado son deportados a otros países.

Cuando en 2001 Estados Unidos negó el asilo y emitió una orden final de deportación contra la familia, los Ambartsoumian-Clough acudieron al consulado de Ucrania —la república que surgió en su lugar de nacimiento— y allí les informaron que no eran ucranianos y que no podían recibirlos en ese país. Así que los padres quedaron por meses monitoreados a través de tecnología y con visitas periódicas de funcionarios migratorios estadounidenses a su residencia. "Muchos de nosotros estamos en ese estatus, en el que tenemos órdenes de deportación pero sencillamente no tenemos un país al que nos puedan regresar".

Según lo que decida la Corte Suprema, la población de apátridas en Estados Unidos podría aumentar.

"Nadie elige quedarse apátrida (...) Hay una razón por la que el Congreso aprobó la Enmienda 14 (que consagra la ciudadanía por nacimiento). Debemos defender esa verdad", asegura Ambartsoumian-Clough. "Es tan cruel que deliberadamente quieran dejar a niños sin ciudadanía. Honestamente, creo que la gente no entiende el valor de tener derechos y de que deberíamos protegerlos".

Para ella, la solución para los apátridas que ya viven en Estados Unidos pasa por que el Congreso debata y apruebe una ley reintroducida en 2024, que establecería el reconocimiento de los apátridas, les protegería contra de la deportación y la detención civil y les daría un camino a la naturalización.

"Yo no sabía que era apátrida"

Karina Ambartsoumian-Clough se casó con un ciudadano estadounidense a los 25 años. Durante sus cinco años de noviazgo, él le abrió una cuenta bancaria para que ella pudiera depositar su dinero y usarlo con una tarjeta de débito. Viajaron a Maryland porque ese estado no exige identificación para contraer matrimonio. "Eso me permitió tener mi primer documento legal: mi licencia de casada".

Ambartsoumian-Clough cuenta que optar por un estatus no fue fácil, ni siquiera como esposa de un estadounidense. El abogado que los recibió nunca había atendido a una persona apátrida y batalló para llegar a la conclusión de que ella lo era. Fue él quien le explicó ese "oscuro" concepto.

"Yo no sabía que era apátrida. Nunca había escuchado esa palabra", recuerda. Comenzó entonces a investigar en Google para entender: "Es un problema legal, pero también psicosocial. Es tortura", concluyó.

En diciembre de 2017, Karina Ambartsoumian-Clough se dio cuenta de que no estaba sola en Estados Unidos. Conoció a siete apátridas más en DC. Desde entonces, se juntaron para buscar una solución para ellos y para miles de personas en Estados Unidos. Fundaron United Stateless, la única organización en el país detrás de esa misión. En 2019, la nombraron a ella como su presidenta ejecutiva.

En agosto de 2024, a sus 36 años y tras 10 años de batalla en instancias migratorias, Karina Ambartsoumian-Clough obtuvo su residencia permanente, el primer documento que le dio un estatus legal en su vida. En dos años podrá optar por la ciudadanía estadounidense.

Cree que el propósito de su organización suena más fuerte ahora. Si la Corte Suprema priva a los futuros hijos de inmigrantes de su derecho a la ciudadanía, anticipa que más generaciones sufrirán al sentirse "invisibles", como ella y miles más: "Odio que tengan que pasar por lo mismo. Tenemos ahora una oportunidad real de parar esto".


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