Rafael Correa y Lenin Moreno: los tres motivos que les llevaron de la alianza al divorcio en la presidencia de Ecuador
QUITO.- Ecuador asiste a una telenovela por capítulos protagonizada por Rafael Correa y su delfín Lenín Moreno. En la última entrega, Moreno reunió a la prensa extranjera para enviar un mensaje a Correa: que vuelva, que de la cara y que tendrá un juicio justo por el secuestro fallido de un opositor ocurrido en Colombia, en 2012, del que se le acusa. “Ahora es una justicia independiente”, dijo Moreno y aprovechó los micrófonos para reaccionar a la declaración que hizo Correa a un medio español en la que atribuyó el enfrentamiento entre los dos a la amargura que tiene el actual presidente por su discapacidad (derivada de un disparo que recibió en la columna durante un asalto a finales de los 90). “No me cabe la amargura, soy una persona feliz y que vive en paz”, respondió.
Moreno tiene el poder y se toma con humor muchas de las provocaciones (llegó a señalar con sorna que su antecesor padece de síndrome de abstinencia del poder). Correa, en cambio, quiere volver a la Presidencia y arenga a sus seguidores a defender la patria y a apoyar su nuevo movimiento político, que, de momento, se presenta como MANA (Movimiento Acuerdo Nacional).
Mientras en Ecuador se sigue librando esta batalla entre el expresidente y su sucesor, les presentamos las tres 'causales' que derivaron en su divorcio político:
Causal de divorcio 1: El juicio por Odebrecht a Jorge Glas
Moreno pasó a ser considerado un “traidor” cuando retiró las funciones como vicepresidente a Jorge Glas, quien también había sido vicepresidente de Correa. Lo hizo después de que Glas, entre otras cosas, cuestionara su acercamiento a los sectores de derecha del país.
Enseguida aparecieron audios en los que se le vinculaba a la trama de corrupción de Odebrecht. “Lastimosamente, ingeniero Jorge Glas, el dedo apunta cada vez más hacia usted”, dijo Moreno cuando aparecieron estos indicios. Todo esto terminaría con su encarcelamiento y sentencia a seis años de prisión por asociación ilícita.
Correa durante el juicio de Glas dijo que su excompañero era víctima de una persecución y puso las manos en el fuego por él. “Puedo dar mi vida por un hombre inocente. Prefiero perder todo antes que ver a un hombre inocente en la cárcel”, juró el expresidente. El expresidente acompañó a quien fue el número dos de su gobierno durante una de sus audiencias, pero luego se dedicó de lleno a hacer campaña en contra de la consulta popular que promovió Moreno y que fue vista como un mecanismo para enterrar el correísmo para siempre.
Causal de divorcio 2: La consulta popular que enterró la reelección indefinida
La consulta popular de febrero pasado presentó una amalgama de temas que iban desde reducir el área de explotación petrolera en el Parque Yasuni (una de las mayores reservas de biósfera de la tierra) hasta la muerte civil para los corruptos. Pero había dos preguntas clave para Correa: la eliminación de la reelección indefinida y el cese del Consejo de Participación Ciudadana (el quinto poder del Estado) que daría paso a la evaluación y cambio de las autoridades de control nombradas por el expresidente.
Correa lideró la campaña por el “no” y, aunque más o menos el 30% de los votantes le secundaron, el "sí" se impuso en las siete preguntas que planteó Moreno y empezó una minirefundación del país que se extiende hasta ahora.
Esto le ha dado libreto a Moreno para largo. “Hemos recuperado la democracia”, “se respira libertad” son algunas de las frases que el presidente repite como mantras cuando cita la consulta popular que formuló las preguntas en base a las miles cuestiones que llegaron al palacio de gobierno previo al referéndum.
Causal de divorcio 3: El acercamiento a EEUU y a organismos internacionales
Moreno fue criticado por su antecesor cuando anunció que pediría a la Organización de las Naciones Unidas su ayuda para investigar la corrupción. Correa le acusó de no confiar en la institucionalidad del país y atentar contra la soberanía. Las críticas fueron a más a medida que el gobierno de Moreno se fue acercando a Estados Unidos. La visita del vicepresidente estadounidense Mike Pence y la visita de representantes del Fondo Monetario Internacional (FMI) en días pasados son pruebas de que Ecuador busca reconstruir las relaciones con este aliado del norte.
En la década de gobierno de Correa, hubo algunos episodios de tensión con Washington: la salida de Estados Unidos de la base de Manta en 2009, la expulsión de Ecuador de la embajadora Heather Hodges en 2011, la ayuda a Julian Assange, reclamado por Estados Unidos en 2012 o el cese de actividad de la Usaid (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional por sus siglas en inglés) en 2014.
La telenovela presidencial está a la espera de la reacción de Correa. Este debe responder a la invitación a entregarse que le hizo su sucesor. Ahora mismo, el exmandatario tiene orden de prisión por su vinculación al secuestro del opositor en 2012 y la Interpol debe decidir si acepta o no el pedido de captura internacional que hizo la jueza ecuatoriana Daniela Camacho. Una opción de Correa es pedir asilo en Bélgica (país donde reside con su familia), como ya lo ha anunciado y Ecuador por su lado tiene la posibilidad de tramitar su extradición. Pero mientras Correa mueve ficha, sus seguidores mostraron su músculo esta semana con una marcha de apoyo que reunió a miles que están convencidos de que hay que recuperar la patria en las calles. La jornada de protesta se saldó con una decena de detenidos y algunos policías heridos.
Toda esta trama parece demostrar que las diferencias de Moreno con Correa no eran solo “de estilo”, como dijo el nuevo presidente al inicio de su gobierno. Entonces, la incógnita era si Moreno iba a tener su propia agenda o iba a permitir, como se especulaba, que Correa gobernara a través de él.
Para muchos, el divorcio estaba a la vista desde que Moreno hizo cambios simbólicos como suprimir el informe de labores que se televisaba cada sábado o eliminar la secretaría del Buen Vivir, una filosofía que acompañó a Correa en su mandato. Asimismo, hubo un detalle en sus últimos días de gobierno por el que se podía intuir que Correa no se iba a acostumbrar a no ser presidente: el cambio de un decreto para quedarse con la banda presidencial y no traspasársela a su sucesor es tradicional en Ecuador.