Más de $40,000 millones en daños han dejado los ríos atmosféricos de las últimas décadas en California
SAN FRANCISCO, California. – Durante los primeros días de 1995 un potente río atmosférico empezó a formarse en las aguas del Océano Pacífico en el norte de California. Para la segunda semana de enero de ese año, la columna de vapor de agua que se extendía desde Hawaii hasta la costa continental comenzó a azotar con fuerza el condado de Sonoma.
Las lluvias torrenciales que ese fenómeno trajo consigo provocaron que el afluente del Russian River se saliera de su cauce por 7 días seguidos, inundando en su totalidad la localidad de Guerneville y causando daños en unos 4,000 negocios y viviendas que ascendieron a 50 millones de dólares tan solo en bienes asegurados en el condado de Sonoma.
Los científicos consideran que ese río atmosférico ha sido el más costoso de los últimos 40 años en la costa oeste de Estados Unidos, periodo durante el cual la región ha sufrido pérdidas económicas por casi 43,000 millones de dólares debido a las inundaciones y daños a la infraestructura causados por este fenómeno.
¿Qué son los ríos atmosféricos y por qué son peligrosos?
Los ríos atmosféricos son regiones relativamente largas y angostas en la atmósfera, como "ríos en el cielo", que transportan la mayor parte del vapor de agua en forma de nubes fuera de los trópicos.
Estas enormes columnas de vapor se mueven con los fenómenos meteorológicos, y sus bandas de humedad pueden tener varios miles de kilómetros de longitud y cientos de kilómetros de ancho, por lo que uno solo puede transportar el equivalente al flujo promedio de agua en la desembocadura del río Mississippi o incluso mayor al de cualquier gran río en el planeta, incluido el Amazonas.
Cuando los ríos atmosféricos tocan tierra, a menudo liberan este vapor de agua en forma de lluvia o nieve. Como se mencionó, la mayoría de las ocasiones suelen ser benéficas.
Aunque los ríos atmosféricos vienen en muchas formas y tamaños, aquellos que contienen la mayor cantidad de vapor de agua y los vientos más fuertes pueden provocar tormentas e inundaciones extremas, sobre todo cuando se estancan en zonas con cuencas vulnerables a las inundaciones.
Cuando ocurren con esa magnitud, tienen el potencial de causar no solo anegaciones, sino también desquiciar el tráfico en las ciudades, provocar deslizamientos de tierra y causar daños catastróficos a la vida y la propiedad.
Un ejemplo bien conocido es el llamado ‘Pineapple Express’ o “Expreso de la Piña”, un fuerte río atmosférico que es capaz de llevar la humedad de los trópicos cercanos a Hawái a través del Océano Pacífico hasta la costa oeste de Estados Unidos.
Ríos atmosféricos, un riesgo latente
Con la llegada del primer río atmosférico de la temporada de lluvias 2021 a las costas de California, un reporte subraya la necesidad de que los gobiernos locales inviertan más recursos en investigar estos fenómenos meteorológicos para fortalecer las medidas de prevención y mitigar su impacto, especialmente ante la premisa de que estas tormentas aumentarán en intensidad debido al calentamiento de los océanos y el cambio climático.
Los datos indican que para finales de 2019, los ríos atmosféricos le costaron a 11 estados de la costa oeste por lo menos mil millones de dólares anuales, como ha ocurrido en las últimas cuatro décadas desde 1978. En promedio, el 84% de toda la devastación causada por tormentas e inundaciones en la región es causada de manera directa por estas plumas de vapor de agua que se extienden desde Hawaii hasta California.
Pero en las zonas costeras de Oregón y el norte de California, los ríos atmosféricos son los causantes del 99% de todos los daños por inundaciones, advierte el estudio publicado por el Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego y la Brigada de Ingenieros de las Fuerzas Armadas de EEUU.
El reporte detalla también que más de la mitad de las pérdidas económicas generadas en los últimos 40 años han sido causadas tan solo por 10 ríos atmosféricos, cifra que equivale a unos 23,000 millones de dólares. Los condados con más daños en California entre 1978 y 2017 son Sonoma, Los Ángeles, Marin, Sacramento, Monterey y Napa.
“Un pequeño número de ríos atmosféricos extremos ha provocado la mayor cantidad de daños por inundaciones en el oeste. Aún modestos incrementos en la intensidad (de este fenómeno) podrían incrementar su impacto de manera considerable”, explicó Tom Corringham, el investigador que lideró el estudio.
La tormenta “ARK”, el otro río atmosférico
Los escenarios catastróficos para medir el impacto de los ríos atmosféricos ya han sido creados en el pasado, pero solo para eventos que llegan a ocurrir una vez cada 200 años, como es el caso de las megatormentas “ARk”.
Los ríos atmosféricos que llegan cada temporada de lluvias a las costas de California se pueden explicar como regiones relativamente largas y angostas en la atmósfera que transportan vapor de agua fuera de los trópicos y suelen avanzar de regiones cálidas a regiones más frías.
Estos fenómenos son capaces de trasladar por el cielo cantidades de vapor de agua equivalentes a más de dos veces el volumen del río Amazonas o el flujo de agua que cae en la desembocadura del Río Mississippi. Un ejemplo bien conocido es el llamado ‘Pineapple Express’ o Expreso de la Piña.
Pero en el caso de la megatormenta “ARk”, los expertos advierten que causaría una devastación en California tres veces más grande de la que podría dejar el gran terremoto que se prevé sacuda al estado en los próximos 30 años.
Ese río atmosférico – “ARk” es un acrónimo para Atmospheric River 1000– tiene el potencial de provocar pérdidas por 725,000 millones de dólares en California y trastocar la infraestructura, economía, el medio ambiente y la vida social de los 40 millones de residentes en el estado.
Un reporte del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) advierte que la caída de lluvia se extendería por varias semanas y los acumulados de agua rebasarían niveles que se ven cada 500 años. Este fenómeno vendría además acompañado de ráfagas de vientos con fuerza de huracán que alcanzarían las 125 millas por hora, una combinación catastrófica para la región.
Escenarios como el arriba descrito se han repetido en California por lo menos en siete ocasiones en los últimos 2000 años. La última vez que ocurrió era la víspera de la Navidad de 1861 y sobre California cayeron lluvias torrenciales durante 45 días seguidos, a tal grado que las calles de Sacramento se convirtieron en ríos de fuertes cauces y en el Valle Central se formó un lago de 300 millas de longitud.
Sin embargo y pese a todos los avances científicos y tecnológicos que existen en la actualidad, sigue siendo imposible predecir un fenómeno de esta naturaleza de la misma forma en la que se pronostican las tormentas tropicales, ciclones y huracanes.