La desconocida historia del 'ferrocarril subterráneo' hacia México, cuando esclavos de EEUU escapaban al sur
La historia del Underground railroad (Tren subterráneo), una red clandestina que conducía a esclavos del sur hacia Canadá antes y durante la Guerra Civil de Estados Unidos (1861-1865), ha inspirado libros, documentales e incluso una serie transmitida en Amazon Prime hace un par de años. No obstante, poco se conoce de otra ruta similar que igualmente ayudaba a los esclavos en su búsqueda por la libertad pero que tenía un rumbo distinto: esta iba hacia la frontera del sur.
Poco más de 40 años separan a la fecha en que México abolió la esclavitud (1829) al día en que el entonces presidente Abraham Lincoln, en plena Guerra Civil estadounidense, emitió la Proclamación de Emancipación en 1863. Antes de ese día, miles de esclavos cruzaron el Río Bravo o Río Grande —según del lado de la frontera por el que se vea— para ser libres, según expertos y estudios consultados por Univision Noticias.
El relato ha sido poco explorado por los historiadores, al menos hasta fechas recientes. “Esta historia está preservada en fragmentos y los académicos enfrentan muchos retos para su investigación e interpretación”, señala un reportaje publicado en julio de este año en la Smithsonian Magazine.
Algunos de los hallazgos del puñado de estudiosos que se han dedicado al tema es que, a diferencia de su símil con rumbo a Canadá, el 'tren subterráneo' que llevaba hacia México no tenía —de lejos— la misma organización, por decir lo menos.
De ahí que sea difícil calcular exactamente cuántos fueron los que lograron escapar durante esas cuatro décadas y aún más complejo dibujar el contexto histórico que rodeó su escape. Algo que la historiadora Erika Pani, académica del Colegio de México y autora del libro 'Historia mínima de Estados Unidos' (2016), define como “el todo enmarcado por una relación binacional complicada y profundamente asimétrica".
"Solo había que caminar y uno era libre tan pronto cruzaba el río"
La falta de libertad obligó a miles de personas de origen africano a escapar de sus supuestos "amos", y muchos no se iban a Canadá, sino a México, según testimonios de la época.
“Muchos cruzaron el Río (Bravo/Grande), montones de veces”, recuerda James Cape, un exesclavo quien tenía casi 100 años cuando fue entrevistado en 1937 para el Federal Writers Project, en testimonios disponibles en la Librería del Congreso de Estados Unidos y que se pueden consultar ahora, casi 90 años después, gracias a internet.
Felix Haywood, también exesclavo, cuenta que él no había escapado hacia México, pero que había escuchado de muchos otros que lo habían hecho y que incluso él mismo había visitado el país latinoamericano tras la Guerra Civil de Estados Unidos. “No había razón para volver”, relata en la entrevista. “ Solo había que caminar y uno era libre tan pronto cruzaba el río. En México podías ser libre. No les importaba de qué color fueras: negro, blanco, amarillo o azul”.
El archivo digital del Texas Runaway Slave Project, de la Universidad Stephen F. Austin, calcula que al menos el 91% de los esclavos que escaparon de territorio texano fueron a México, y la mayoría tenía, en promedio, unos 28 años. Kyle Ainsworth, uno de los historiadores a cargo, apunta: “Era muy difícil para los esclavos huir con niños pequeños, aunque hay varios ejemplos que demuestran que lo intentaron”.
Un camino poco explorado
La historiadora Alice L. Baumgartner, profesora de la University of Southern California y autora del libro South to Freedom: Runaway Slaves to Mexico and the Road to the Civil War (2020) estima que “varios miles” de personas de origen africano lograron escapar. Las cifras más ambiciosas calculan que fueron alrededor de unos 10,000.
Baumgartner es una de las académicas que más ha explorado el tema, aun cuando los registros son extremadamente difíciles de reunir por las circunstancias históricas. México y Estados Unidos vivieron sendas guerras civiles durante la época y, por si fuera poco, se enfrentaron en otra más, la Guerra mexico-estadounidense, entre 1846 y 1847.
De hecho, Baumgartner analiza el periodo entre 1837 (el año en que México perdió Texas) y 1863, cuando Estados Unidos puso en marcha la Proclamación de Emancipación, para acotar su análisis. Si bien las leyes mexicanas eran “adelantadas” a su tiempo, su puesta en práctica llevó unos años más, según los datos compartidos con Univision Noticias.
Pero la historia hizo que algunos aventurados tomaran la ley en sus propias manos. Baumgartner cita, por ejemplo, el caso de algunos ciudadanos mexicanos que presionaron a sus autoridades para que protegieran a los esclavos que habían huido de sus “dueños”, que exigían al gobierno de México que los devolviera a Estados Unidos.
“Estos ciudadanos mexicanos tenían un compromiso con los principios antiesclavistas y creían que los exesclavos se habían convertido en de su comunidad”, cuenta.
La académica afirma que la ayuda que recibieron los esclavos, que ha recopilado en un riguroso trabajo historiográfico, vino de todo tipo de personas: capitanes de barco, ganaderos mexicanos, trabajadores de correo, sacerdotes e incluso contrabandistas.
A veces incluso se valían del ingenio. “(Algunos esclavos) falsificaron documentos para dar la impresión de que viajaban con el permiso de sus ‘dueños’. Se disfrazaban, se ponían pelucas. Escapaban a bordo de barcos, escondidos en carretas o simplemente caminando”, señala Baumgartner. El problema, menciona, es que es difícil saber lo que ocurrió después. “Muchos desaparecieron de los registros”, añade.
La historiadora indica que, sin embargo, la adaptación no era un camino fácil. “El idioma era una barrera. Además, hay ejemplos de que muchos se encontraron con circunstancias similares a las que escapaban”, añade, refiriéndose a los hacendados mexicanos que aprovecharon la llegada de nuevos trabajadores.
No obstante, había una diferencia. Legalmente, en México, las personas de origen africano podían aspirar a ser propietarios de la tierra y eran considerados como ciudadanos y no como una supuesta "propiedad", algo que en la época era impensable en Estados Unidos.
“Hay precedentes de demandas en casos de maltrato, como el de Juan Castillo de Galeana, quien lo hizo en 1860 en (el estado mexicano) de Nuevo León, después de que su patrón lo golpeara, azotara y atropellara con su caballo. Su empleador itió frente al juez un ‘exceso de ira’”, comenta la historiadora. “En general, los trabajadores (afrodescendientes en México) tenían derecho a buscar un nuevo empleo, algo que les era negado en Estados Unidos”.
El Nacimiento, Coahuila: un ejemplo que sobrevivió al tiempo
Uno de los ejemplos que sobrevive, aún al día de hoy, es la comunidad de El Nacimiento, en el norteño estado de Coahuila, México, un sitio donde se asentaron esclavos y donde fueron recibidos por indígenas seminoles y kikapús.
El escritor y músico mexicano Daniel Herrera subraya a Univision Noticias que El Nacimiento incluso mantiene tradiciones decimonónicas, además de ser el único sitio en México que honra Juneteenth, la fiesta que recuerda el día que los últimos esclavos en Estados Unidos se enteraron de que eran libres y que el presidente Joe Biden declaró como festivo federal apenas hace casi dos años, en junio de 2021.
La aparente contradicción lleva a caminos insospechados, asegura Herrera. “La mezcla de idiomas ha incorporado a un inglés criollo con lenguas indígenas. Y sí, como se oye, en México, una etnia afrodescendiente pelea por el inglés como su dialecto”.
En resumen, la historia sobre los esclavos que cruzaron hacia el sur durante el siglo XIX, apenas está siendo descubierta. La historiadora mexicana Pani lo glosa así. “Esta investigación sugiere que la historia de la esclavitud en el Nuevo Mundo es una historia americana, sin comillas, continental”.
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