Por qué gobiernos autoritarios y otros de derecha celebran el ataque de Trump a USAID
Mientras dentro de EEUU la intención de Donald Trump de desmantelar la mayor organización gubernamental de asistencia al desarrollo del mundo, la USAID, ha generado críticas de liberales y algunos conservadores, en el resto del mundo, varios gobiernos han expresado satisfacción por el cierre de lo que consideran un arma para “desestabilizar” a sus naciones.
Desde Moscú a Caracas, varios gobiernos de línea dura y en su mayoría enfrentados a Washington, han alabado la iniciativa de Trump que implica, por los momentos, la suspensión de transferencia de fondos a organizaciones en unos 100 países que manejan programas de salud, desarrollo y, los generalmente más cuestionados, apoyo a la democracia.
La portavoz del ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, describió el jueves a la agencia como "todo menos una agencia de ayuda, desarrollo y asistencia” y afirmó que “USAID es un "mecanismo para cambiar regímenes, orden político [y] estructura estatal".
Y al menos un aliado, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, arremetió contra los programas de ayuda, diciendo en una publicación que habían sido “canalizados hacia grupos de oposición, ONG con agendas políticas y movimientos desestabilizadores”.
La suspensión es un “favor” que se le hace a esos regímenes autoritarios, según la evaluación que hacen activistas y políticos, dentro y fuera de EEUU.
Samatha Power, quien fue la directora de USAID durante el gobierno de Joe Biden escribió en un artículo en The New York Times que acabar con la agencia “es una victoria para los autócratas en todas partes”.
“Después de haber dirigido la agencia durante cuatro años, no me sorprende que Moscú y Pekín estén aplaudiendo los ataques. Entienden lo que quienes pretenden desmantelar la agencia están desesperados por ocultar al pueblo estadounidense: la USAID se ha convertido en la superpotencia de Estados Unidos en un mundo definido por amenazas que cruzan fronteras y en medio de una creciente competencia estratégica”, escribe Power.
Los programas prodemocracia de USAID que molestan a algunos gobiernos
Una parte de los aproximadamente $40,000 millones que distribuye USAID anualmente incluyen subvenciones para grupos dedicados a luchar por la democracia y contra la corrupción.
El Congreso destinó este año unos $690 millones para programas prodemocracia en ocho países considerados entre los menos libres del mundo: Bielorrusia, China, Cuba, Irán, Nicaragua, Corea del Norte, Rusia y Venezuela.
Entre quienes no recibirán financiación está una organización que capacitó a trabajadores electorales para detectar fraudes en las recientes elecciones presidenciales de Venezuela, activistas prodemocracia en Cuba y China, y un grupo de exiliados bielorrusos que buscan impedir que el hombre fuerte del país, Alexander Lukashenko, gane una elección fraudulenta.
"Trump está haciendo el trabajo que Maduro nunca podría lograr: asfixiar a la sociedad civil", dijo a la agencia AP uno de los activistas afectados y quien esta semana despidió a docenas de empleados que han desempeñado un papel clave en la movilización de la oposición.
"Recortar la financiación de estos esfuerzos esenciales envía una señal equivocada a las dictaduras y socava a los valientes individuos que luchan por la libertad", dijo a la agencia de noticias AP Thor Halvorssen, fundador de la Fundación de Derechos Humanos con sede en Nueva York, organización que no recibe financiación del gobierno estadounidense.
Ayuda que haga a EEUU “más seguro, más fuerte y más próspero”.
Al anunciar la congelación de la ayuda en su primer día en el cargo, Trump dijo que la asistencia extranjera sería evaluada para ver si hace que Estados Unidos sea “más seguro, más fuerte y más próspero”.
Si bien la financiación de algunos de los programas alineados con la política exterior de Trump, "Estados Unidos primero", podría reanudarse, hombres fuertes de todo el mundo están celebrando.
En Venezuela, el ministro del Interior, Diosdado Cabello, encargado del aparato de seguridad estatal, aseguró en la televisión estatal que la ayuda de USAID a la oposición era una "caja negra de corrupción" que prometió investigar.
En Nicaragua, una cadena de televisión propiedad de los hijos del presidente Daniel Ortega declaró que "Trump cerró el grifo" a los "terroristas".
En Irán, medios de comunicación alineados con el liderazgo islámico bromearon diciendo que Estados Unidos estaba tratando a sus aliados como "pañuelos desechables".
Mientras tanto, en Bielorrusia, el presidente Lukashenko aseguró que recortar la financiación a la "oposición fugitiva" era una respuesta de Trump a los llamamientos de su gobierno a restablecer las relaciones bilaterales con EEUU.
Halvorssen dijo que si bien es conveniente reevaluar los programas para asegurarse de que el dinero de los contribuyentes se gasta de manera inteligente, los programas pro democracia se encuentran entre las herramientas más efectivas para promover los intereses estadounidenses.
Del sistema interamericano a los uigures de China
Otra víctima de la congelación de la ayuda es la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que ha centrado gran parte de su trabajo reciente en Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde las instituciones están repletas de leales al partido gobernante.
El grupo de vigilancia ha sido un eje del sistema interamericano liderado por Estados Unidos desde la década de 1950 y depende principalmente de las contribuciones de Washington. En los últimos días, ha despedido aproximadamente un tercio de su fuerza laboral.
istraciones sucesivas, incluida la primera Casa Blanca de Trump, han sido firmes partidarios de los activistas por la democracia que luchan contra el Partido Comunista gobernante de China.
La suspensión de actividades han dejado sin apoyo financiero y vulnerables a que Pekín los persiga con impunidad a grupos que trabajan en cuestiones del Tíbet y Hong Kong, así como entre las minorías uigures, un grupo étnico que el Departamento de Estado determinó en 2021 que es víctima de genocidio por las políticas del gobierno comunista.