Vivir sin plástico es más difícil que vivir sin aire y este experimento lo prueba
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A lo largo de todo el siglo XX el plástico se convirtió en un elemento esencial de la vida humana y lo tenemos tan incorporado que ni siquiera nos damos cuenta del lugar que ocupa cotidianamente en nuestras actividades y en nuestro consumo.
Como es sabido, esta predominancia del plástico y su cualidad duradera y de lenta degradación una vez que ha sido desechado como basura lo convirtieron en una de las principales preocupaciones ambientales del mundo moderno.
¿Pero qué sucede si uno decidiera contribuir al planeta eliminando el consumo de todo lo que contiene plástico?
Este joven llamado César Majorana decidió intentarlo, con un experimento que duró un mes.
Y con su experimento, que consistió en comprar y consumir solamente productos que no incluyeran plástico en absoluto, comprobó dos cosas: en primer lugar, precisamente esa enorme presencia del plástico en la vida cotidiana, de la que no siempre somos conscientes; y por otra parte, la gran dificultad de llevar una vida libre del consumo de plástico.
El plástico se encuentra en los lugares más inesperados y, sobre todo, inconvenientes, si es que uno pretende evitarlo. Dentro de la tapa de una bebida saludable, en el envase de detergente, en el cepillo y en la pasta de dientes, en casi todos los alimentos envasados...
En los 30 días que duró su experimento, su producción de basura se redujo un 80%.
Pero desafortunadamente este estilo de vida amigable con el planeta no es sustentable en las sociedades modernas, y aún si lo fuera, el esfuerzo para solucionar el problema nunca debe ser individual o excepcional.
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