Ayuda de Impacto: Una venezolana que lleva más de una década de diálisis requiere con urgencia un trasplante de riñón para recuperar su vida
Una venezolana de 49 años, que lleva más de una década recibiendo tratamientos de diálisis tras ser diagnosticada con una insuficiencia renal crónica, sufre una severa debilidad en los huesos.
A Libia Rania le cambió la vida cuando no pudo acceder al trasplante de riñón que necesitaba con urgencia porque en Venezuela suspendieron estos procedimientos médicos por una supuesta falta de insumos.
Debido a este contexto adverso, Rania se ha sometido a exhaustivas diálisis por unos 12 años, lo que le ha provocado una descalcificación crónica que le genera diversas roturas de huesos al menor esfuerzo.
En los últimos meses, la madre de dos hijas ha sufrido cinco fracturas que le impiden moverse y hacen que necesite ayuda continua hasta para asearse y comer.
Además, para moverla hasta el lugar de las diálisis, sus familiares tienen que moverla en una silla de ruedas que se convierte en camilla, pero aun así no está libre de padecer constantes percances que ponen en peligro su salud.
La nefróloga Eddy Hernández afirma que la solución a esta dura realidad de Rania es un trasplante renal para que pueda tener “una mejor calidad de vida”, además de que el continuo sometimiento a diálisis puede provocar diversos trastornos como “insuficiencia cardíaca y trastorno del metabolismo mineral y óseo”.
La enfermedad de Rania cambió la vida de todos sus familiares, quienes sufren por no saber qué hacer para ayudarla y no poderle evitar el pesar que le genera a la mujer sentirse una carga para ellos.
“Entro en depresión porque no es fácil depender de otras personas, dependo de mi esposo de mis hijas y mucha gente que me ayuda. El proceso para salir y entrar a la casa es difícil”, dice Rania.
Así como a Rania, más de 2,500 personas sufren la misma situación, mientras tienen la esperanza de que pronto se reactive el Programa Nacional de Trasplantes suspendido por el gobierno venezolano.
“Eso sería bueno para todos nosotros que estamos pasando por esta situación porque lo necesitamos. No es fácil vivir esta vida de estar pegado a esta máquina porque también nos deteriora”, afirma la mujer.
Mientras eso sucede y sin mucho más qué hacer, su familia se entrega a la fe.
“Todas las noches le pido a Dios que nos ayude y que le dé fuerza a ella para que todo el proceso sea más corto posible que sus huesos tomen la fuerza necesaria para que la puedan operar”, afirma su hija Roraima Tarazona.
Katherine Martínez, defensora de los derechos humanos, lamenta “la falta de voluntad del estado venezolano” al afirmar que su comportamiento significa “una sentencia de muerte para quienes necesitan un órgano para poder continuar con sus vidas”.
Para todos los que quieran ayudar a esta afligida familia pueden comunicarse al 011 58 41 4277-6547.