La enseñanza de la violencia en Colombia le permitió sobrevivir la caída de las Torres Gemelas
En veinte años, Sonia Corredor dice haber visto solo dos veces videos de los atentados contra el World Trade Center de Nueva York del que logró escapar milagrosamente ilesa el 11 de septiembre del 2001.
La primera vez fue la misma noche del fatídico día, mientras aún asimilaba cómo ella había logrado salir de la oficina del piso 91 de la Torre Sur donde trabajaba como ingeniera.
La segunda vez fue para explicar a su hijo, que en aquel momento era un bebé de cinco meses, que lo que ella había vivido era muy diferente a las teorías de conspiración que él escuchaba y a las que estaba dando crédito.
Corredor, hoy de 45 años, se mudó de Bogotá a Estados Unidos en 1999. Dos meses antes del atentado en Nueva York había empezado a trabajar en una oficina que estaba en el piso 91 de la Torre Sur. Allí estaba cuando el primer avión impactó la vecina Torre Norte.
Esta es la historia que vivió aquel día en el relato que hizo a Univision Noticias:
“Yo empecé a trabajar en ese trabajo a mediados de julio de ese año 2001. ... Y pues claro, yo estaba súper orgullosa de estar trabajando en uno de los edificios más importantes del mundo”.
“Me acuerdo que cuando me estaban haciendo la entrevista yo no hacía sino mirar por la ventana. Le dije al entrevistador: ‘Es que no puedo creer esta vista tan espectacular’. Era monumental ver ese edificio. Todos los días yo llegaba súper orgullosa, súper feliz. En septiembre [del 2001] yo todavía estaba con la dicha y la felicidad”.
“El 11 de septiembre llegué al trabajo por ahí tipo 8, 8 y 10 de la mañana. Estaba todavía en entrenamiento. La que me entrenaba era una ingeniería, una chica coreana y trabaja muy cerca de ella. Era un día super soleado, muy bonito”.
“Yo estaba en un cubículo hacia el centro del edificio, pero se veía toda la parte del sur, o sea, hacia el mar se alcanzaba a ver la Estatua de la Libertad”.
“Desde un principio sentí que era algo malo de lo que estaba pasando (...) Me acordé exactamente de ese susto que uno tenía cuando sonaba la bomba (en Bogotá)”.
“Había una bola de fuego atravesando toda la ventana. El avión pegó en la torre contigua más o menos en la misma altura de los pisos 90. Entonces tú ves la bola de fuego y eso todo lleno de papeles volando por todo lado. Era como una película”.
“Y en ese momento yo ya me iba a salir [del edificio]. Pero me acordé que había llevado el carro y esa fue la única razón por la que me devolví a coger mi cartera, porque a mí el pánico sí me invadió desde un principio”.
“Mi compañera, la coreana, no sabía qué hacer. Estaba como en shock. Yo la cogí de la mano: ‘Katty vámonos’. Y nos fuimos de una vez”.
“Yo sé que muchas personas se quedaron ahí porque esta clase de emergencias nunca pasaba (en EEUU). Además, como era en la torre continua, pues había gente que habría pensado que era el aire acondicionado o cualquier otra clase de falla mecánica”.
“Pero yo tenía un presentimiento que era algo muy malo”.
Hacia la salida
“Cuando llegamos al lobby del piso 91 … te dicen que bajes por las escaleras, pero lo piensas dos veces porque estás demasiado arriba. Entonces tomamos un elevador que era expreso hasta el 72, y ese era un elevador grandísimo porque cabían como unas 30 personas … Era muy grande, nunca había visto un elevador tan grande”.
“Kathy y yo íbamos ahí con otras personas. Me acuerdo del muchacho con el que trabajábamos. Bajó con nosotras en ese elevador. Incluso a él después lo encontraron muerto. Él murió abajo. Él salió en el mismo tiempo que nosotras, imagínate”.
“Cuando bajamos al piso 72, el lobby estaba llenísimo de gente. Llegaba un elevador, se llenaba, se iba y uno no podía coger el elevador.”
“No había nadie dándonos instrucciones. No había nadie diciéndonos lo que tenemos que hacer. Si estamos en peligro o no. La gente lo que estaba haciendo era solamente seguir su instinto en ese momento. Pero no, yo seguía con la sensación de que había algo malo”.
“Entonces, el único elevador que pudimos coger era uno que llegaba solamente al 45 porque había una cafetería ahí”.
“Yo estaba como que ‘tenemos que movernos’. Me daba más angustia quedarme en un sitio, quieta. Entonces, lo que hicimos fue que ahí agarramos las escaleras de emergencia, en el piso 45, y empezamos a bajar”.
“Por ahí del piso 20 hicieron el anuncio que muchas personas se acuerdan … Que la Torre Sur, que era donde estábamos nosotras, estaba segura. Que volvieran a sus lugares de trabajo”.
“Yo vi gente abriendo la puerta y devolviéndose al piso. Mi jefe se devolvió y él murió por haber seguido ese anuncio y muchas personas. Ellos estaban siguiendo los protocolos”.
“Yo dije ‘No me importa, yo me salgo’. Yo sentía que algo muy malo estaba pasando arriba, con ese sonido, los recuerdos que me trajo, fue lo que me empujó a no devolverme, a no pararme”.
“Cuando estábamos por el piso 15 o 14 se estrelló el segundo avión en la torre en la que yo estaba y se sintió como si hubiera sido un terremoto. Así como si te hubieran empujado. Uno va para un lado y para el otro. Y ahí fue cuando ya uno sabe certeramente que es algo muy malo que está pasando.”
“Entonces la actitud de toda la gente cambió. … Ahí empezó todo el mundo ‘Corran, corran!’. Las mujeres que ‘Quítense los zapatos’”.
“Y todo el mundo nos apoyamos mutuamente… Cuando íbamos entre el piso cuatro y seis empezó a llenarse de humo [las escaleras de emergencia], pero era como el humo (polvo) de construcción, de concreto”.
Siguiendo el instinto
“Cuando salimos, salía uno a dónde era el mall. Y en ese momento, la única persona que nos dio alguna dirección -- porque desde el principio nadie nos decía nada -- fue un bombero que nos dijo por donde caminar, por dónde salíamos y ahí seguimos, por donde él nos indicó y así salimos a la calle.”
“La calle estaba llena de escombros, de polvo, de piezas, de papeles. Eran muchos papeles. Yo nunca me imaginé que en una explosión así los papeles no se quemaban, sino que caían así, volando”.
“Yo sé cómo soy yo, como es mi psicología. Y yo sé que yo no puedo ponerme a mirar mucho… Entonces yo traté de no mirar mucho. Por ahí vi una persona en el piso, pero yo estaba muy consciente de que tenía que estar mirando hacia el piso y concentrada en salir”.
“Cuando salí, pasamos Church Street, que queda justo al frente, y cuando miré hacia arriba y se veían las dos franjas negras con el humo saliendo, que uno ve en la televisión ahora”.
“Así eran los gringos antes, que vivían en el momento. Esto nunca va a pasar”.
“No servían los celulares. Entonces los teléfonos públicos eran una fila de unas 11 - 15 personas, esperando llamar a sus familiares. Y yo todavía tenía mi presentimiento.”
“Yo solo tenía que salir de las torres e irme hacia el sur. Pero mi instinto fue alejarme lo más que pusiera de las torres, y ahí, caminar hacia el sur. Caminé hacia el este lo más que pude. Llega uno al agua y empecé a caminar al sur”.
“Caminaba por la mitad de la calle, otra vez pensando en Bogotá. En Bogotá, en el tiempo de las bombas, cuando había una bomba cerca uno aprendía que los vidrios salen hacia fuera”.
“Llegamos al ferry y en ese momento suena un estruendo. Creí que era otra bomba. Siempre estuvo en mi mente que eran bombas”.
“Y empieza la gente a correr hacia las paredes”
“Yo juré que era que nos estaban entrando a atacar. Uno se imagina lo peor, no sabes lo que estás viviendo, no sabes de qué te estás salvando o si te estás salvando”.
“Cuando justo en ese momento abrieron las puertas del ferry, todo el mundo corrimos al ferry. Y entramos y todo y todos estaban todavía especulando:‘Yo vi un avión’, ‘No sé qué pasó’”.
“Como la mitad del recorrido, alguien cogió señal en el celular y anunció que la torre sur se derrumbó”.
“Y entonces [pensé] ‘Esa gente sí es estúpida y le gusta sembrar el pánico y decir cosas’. Yo soy ingeniera y uno ve esas torres y ves lo grandes que eran... Nunca te hubieras imaginado que eso se hubiera podido caer”.
“Después cuando íbamos llegando al final, hacia Staten Island, por fin, consiguió señal en el celular mi amiga.”
“Llamé a mi esposo y se atacó a llorar y ahí sí me dio mucho llanto. Y como que caí en la realidad de las cosas, pero ya estaba al otro lado, en Staten Island. Ahí fue la primera vez que lloré, como que caigo en cuenta de todo lo que está en verdad pasando”.
Vivir sin marcas
“Yo he estado muy vinculada con el World Trade Center.”
“Después de eso tuve la fortuna y la suerte, no sé si buena o mala, de trabajar para la reconstrucción del World Trade Center en sí”.
“Había información de la que yo no quería saber nada. Nosotros trabajamos en el sótano que comunica todos los edificios y es un centro de seguridad. Yo no quería saber eso… Yo ya sé que yo tengo mi cosa en la cabeza, en mi experiencia que pasé”.
“La vida sigue. Vivir el miedo no es vivir”.
“Yo viví en Bogotá, en ese tiempo una de las ciudades más violentas del mundo. Me mudé a Nueva York y me explota la oficina donde estoy trabajando. Esto pasa en todo el mundo”.
“Te digo que si yo quizás hubiera tenido esta experiencia [9/11] sin haber vivido en Bogotá, de pronto no hubiera tenido la intuición de decir voy a salir de aquí”.