Panamá lucha contra un viejo problema de imagen tras las filtraciones de Mossack Fonseca

Por Tim Rogers, Fusion @nicadispatch
Hace ya varios años, Panamá se propuso una meta ambiciosa: Convertirse en la primera nación de América Latina en alcanzar la categoría de país del primer mundo.
No importa que la categoría de país de primer mundo sea ahora un concepto sin sentido, Panamá estaba decidida a lograrlo. Y el camino para esto parecía bien claro. Tenía una de las economías de mayor crecimiento en el hemisferio, se estaba embarcando en una expansión del canal por valor de 5,200 millones de dólares, estaba por cerrar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, y estaba invirtiendo cantidades históricas de dinero para generar un crecimiento del empleo sin precedentes.
El único problema del país es que nadie lo tomaba en serio. Sin importar cuánto dinero ostentaba Panamá, ni qué tipo de auto conducía por la carretera, el país no podía deshacerse de su imagen de nuevo rico. "Oye Panamá, ¿cómo ganaste todo tu dinero?", se burlaban los otros países ricos por los pasillos.
Pero Panamá estaba resuelta a sacudirse finalmente su persistente imagen de paraíso fiscal para el lavado de dinero y vacías torres de cocaína, de la infamosa época del dictador, general Manuel Antonio Noriega. Deseaba finalmente ser aceptada en el club de los ricos respetables.
"Panamá quiere ponerse pantalones largos", me dijo el viceministro de Comercio y principal negociador del país durante una entrevista en 2010.
En su lugar, a Panamá le bajaron los pantalones los #PanamaPapers, un cúmulo de 11.5 millones de documentos internos filtrados del despacho panameño de abogados Mossack Fonseca que muestran cómo cientos de miles de personas ricas utilizaron empresas fantasmas anónimas para ocultar dinero en todo el mundo. La unidad de investigación de Fusion fue uno de los más de 100 medios de comunicación que investigaron los archivos y publicaron la historia el domingo pasado.
Los titulares no fueron bien recibidos en Panamá, cuya imagen ha sufrido un retroceso de casi 20 años a raíz del escándalo. Lo cual es injusto, según los panameños.
José Manuel Bern, el mayor desarrollador de bienes raíces del país, dice que Panamá fabrica compañías como Apple fabrica iPhones. Y las compañías, al igual que los iPhones, son "pequeños dispositivos donde se guardan los secretos. A veces las malas personas utilizan sus teléfonos con malos propósitos," me dijo Bern. "¿Acaso es culpa de Apple que uno de sus dispositivos haya sido utilizado para actividades terroristas? ¿Debería asumir la responsabilidad y verse obligada a descodificar la seguridad del teléfono?".
Sin embargo, a Panamá se le está pidiendo que rinda cuentas en el tribunal internacional de la opinión pública. Y el escándalo no podía haber llegado en un peor momento para este país centroamericano. Hace apenas dos meses, el Grupo de Acción Financiera retiró a Panamá de su lista de observación de lavado de dinero y financiamiento del terrorismo, conocida como la "lista gris" en situaciones menos formales.
Parecía que el país marchaba por el camino correcto. Estaba aprobando leyes para fortalecer su sistema financiero contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo, y decretando nuevas normas para limitar el uso de las acciones al portador en las corporaciones panameñas.
En resumen, Panamá estaba trabajando para limpiar su imagen de lejana banca tropical, y nuevamente hacer valer sus argumentos para pertenecer al primer mundo. Fue entonces que los #PanamaPapers salieron del armario como un esqueleto del pasado, y el país lanzó un angustioso lamento colectivo.
Todas las inseguridades del pasado de Panamá emergieron repentinamente hacia la superficie cuando el club de niños ricos de 34 países conocido como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó un comunicado el lunes ridiculizando "la cultura y práctica del secreto" de Panamá y lamentando que el país centroamericano es "es el último gran reducto que sigue permitiendo la ocultación de fondos en paraísos fiscales eludiendo a las autoridades judiciales y fiscales."
Dice el OCDE: "Hemos advertido constante y regularmente de los riesgos de que países como Panamá incumplan los estándares internacionales de transparencia ... Las consecuencias de las fallas de Panamá en adecuarse a los estándares mundiales surgen ahora a la vista de todos. Panamá debe poner en orden su casa, al implementar de inmediato estas reglas."
No es justo, dice Panamá.
El gobierno contraatacó con una declaración que llama a Panamá "cuenta con uno de los centros de servicios financieros más importantes del mundo”—que ha " ha logrado cumplir con los estándares más altos de transparencia, aprobando instrumentos legales mucho más estrictos y rigurosos que muchos otros centros de servicios a nivel internacional."
Añadió el gobierno: "Panamá es un país serio, un importante actor en el mundo globalizado y no es aceptable que se desprestigie el trabajo de todo un país que beneficia a la comunidad internacional."
El escándalo ha puesto a todos los panameños a la defensiva, creando un raro sentido de unidad entre los grupos que normalmente no concuerdan en nada. El gobierno ha tratado de tomar ventaja de la situación con el hashtag "Somos Panamá" para contar una historia diferente del país.
Por su parte, los ciudadanos panameños están tratando de voltear la historia en las redes sociales. Algunos han sugerido que los panameños utilicen el hashtag #PanamaPapers para inundar los medios sociales de bellas imágenes del país.
Otros están intentando desviar la conversación completamente del tema Panamá, al crear el hashtag alternativo #MossackFonsecaPapers, empleando el nombre del despacho de abogados involucrado en el escándalo.
No permitamos que se difame el nombre de nuestro país. Panamá está repleta de gente decente y trabajadora.
Incluso el ex presidente Ricardo Martinelli, quien se esconde en Miami para evitar una investigación sobre malversación y espionaje doméstico en Panamá, ha salido recientemente en defensa del país del que huyó.
Panamá es un país de gente seria, honesta y trabajadora. Las acciones de un despacho de abogados no pueden dañar o hundir a todo un país.
Algunos panameños esperan que todo este incidente conduzca a una conversación más amplia acerca de la privacidad.
"Espero que esto abra un debate sobre el uso de la información privada pirateada en nombre del 'bien común'," dice Bern, el desarrollador. "La mayor parte de la información robada pertenece a ciudadanos del mundo respetuosos de las leyes, y ahora se ha puesto en entredicho. ¿Qué hay de su derecho a la privacidad?"
Y mientras las ramificaciones de los Papeles de Panamá están empezando a asimilarse en todo el mundo, hasta el momento en América Latina es Panamá la que ha sufrido un golpe más fuerte que cualquiera de las personas mencionadas en los documentos.
Manuel Rueda colaboró con el reportaje de este artículo.