En la cuerda floja

Castillo comenzó mal. Su primer acto de gobierno fue la integración de su gabinete. La designación de varios de sus ministros ha causado un enorme rechazo, empezando por el presidente del Consejo de Ministros y de otros funcionarios. Más que hoja de vida, lo que muchos están mirando es el prontuario de los cuestionados elegidos por el flamante presidente.
Se trata de personas que no poseen ni las competencias ni la experiencia en el sector público, ni la estatura moral y ética para desempeñarse en los más altos cargos del Estado. Se destacan por su militancia y cercanía al convicto por corrupción Vladimir Cerrón, líder de Perú Libre, el partido marxista y leninista con el que Pedro Castillo llegó a la presidencia.
Para algunas muestras, un botón
Guido Bellido, presidente del Consejo de Ministros. Investigado por apología al terrorismo por su pública afinidad con Sendero Luminoso. En Facebook ha difundido comentarios homofóbicos, misóginos y afines hacia regímenes dictatoriales como el cubano o norcoreano.
Iber Maraví, ministro de Trabajo y Promoción del Empleo. Según informes de la policía, está vinculado con líderes radicales relacionados con el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), considerado el brazo político de Sendero Luminoso.
Walter Ayala Gonzales, ministro de Defensa. Abogado y suboficial retirado de la Policía Nacional del Perú, pasado a disponibilidad (suspensión en el cargo) en 1997 por medida disciplinaria. Se le cuestiona no tener experiencia en el sector militar.
Héctor Béjar, ministro de Relaciones Exteriores. En los 60 recibió formación guerrillera en Cuba y conoció al Che Guevara. En 1965 dirigió el Ejército de Liberación Nacional y luego fue apresado por sedición. Colaboró con la dictadura de Velasco Alvarado.
La lectura que se le ha dado a estos criticados nombramientos es el poder real que está ejerciendo Vladimir Cerrón, secretario general de Perú Libre. Cerrón tiene secuestrado al nuevo gobierno y mantiene a Castillo de manos atadas al exigirle reciprocidad por los favores prestados para que llegara a la presidencia.
Vladimir Cerrón tiene sus propias cuentas pendientes con la justicia. En 2019 fue sentenciado a 4 años y 8 meses de prisión por los delitos de “negociación incompatible y aprovechamiento del cargo” al favorecer a un consorcio para la construcción de una obra cuando era gobernador de Junín. Tiene abierta en la Fiscalía más de 20 investigaciones por presuntos delitos de corrupción, lavado de activos y terrorismo.
Un mal comienzo
Por este insólito ramillete ministerial -salvo pocas excepciones- es que ciertos analistas aseguran que con este gabinete, el mandatario busca tenderle una trampa al Congreso. ¿Por qué? Porque la Constitución peruana determina que el presidente debe someter al Legislativo la aprobación del Consejo de Ministros.
El artículo 134 de la Constitución, la cual Castillo quiere reemplazar, establece que el “Presidente de la República está facultado para disolver el Congreso si este ha censurado o negado su confianza a dos Consejos de Ministros”.
Algunos vaticinan que Castillo estaría buscando el rechazo de dos gabinetes por parte del Congreso para así disolverlo y llamar a nuevas elecciones para elegir a un parlamento afín a su gobierno (actualmente no tiene mayoría) y de esta manera conseguir la aprobación de su tan anunciada propuesta de una Asamblea Constituyente.
Para evitar la disolución del Congreso y la imposición de un gabinete tan cuestionado, ya se han dejado escuchar algunas voces que invocan la destitución de Pedro Castillo. La Constitución peruana en su artículo 113 contempla la vacancia del presidente, entre otros motivos, “por su permanente incapacidad moral o física declarada por el Congreso”.
Esta figura junto con la de la disolución del parlamento ya fueron aplicadas en los últimos cinco años, causando una gravísima crisis política e institucional durante la cual Perú tuvo cuatro presidentes y dos Congresos. Y este es un escenario muy peligroso que muchos no quieren repetir en un país empobrecido y dividido ideológicamente.
Peruanos descontentos
En las calles ya se ven protestas que piden la renuncia del primer ministro y de algunos cuestionados funcionarios del gabinete. También han salido los seguidores del mandatario en defensa de su gobierno.
Castillo debe gobernar también para esa otra parte de la población que teme un brusco timonazo a la izquierda que a la vuelta de unos años lleve al país a una mayor pobreza, destruya su aparato productivo y cercene sus libertades civiles, garantías constitucionales y derechos humanos.
El presidente del Perú sabe que camina por una cuerda que amenaza con aflojarse en cualquier momento. Lo cierto es que él debe tomar pronto una decisión trascendental para su gobierno: marcar una sana distancia con Cerrón o consolidarse como su principal marioneta y atenerse a las consecuencias para la gobernabilidad del país.
Nota : La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.