Se buscan agentes fronterizos: esto nos encontramos en la academia donde los entrenan
ARTESIA, Nuevo México.- Estamos a 200 millas de la frontera, pero la dureza del sol, la sequía y el viento del desierto es el mismo que en los puntos más remotos por los que inmigrantes y traficantes cruzan ilegalmente de México a Estados Unidos. Entramos a la Academia donde cada año forman a centenares de agentes de la Patrulla Fronteriza y esto es lo que aprendimos.
(To view this video in English click here)
No llegan a los más de 21,000 que necesitan
Los 5,000 agentes fronterizos más que prometió Donald Trump son todavía una utopía. Primero, porque la orden ejecutiva que el presidente firmó al llegar a la Casa Blanca no ha logrado el presupuesto necesario en el Congreso y, sin eso, esos miles de oficiales no pueden ser contratados. Y segundo, porque el Gobierno a duras penas está intentando conseguir los 21,370 agentes que debe tener por ley.
En el año fiscal 2017, había 19,435 funcionarios en la institución, casi 2,000 menos de los que tienen aprobados. A la Patrulla Fronteriza le ha costado en los últimos años lograr la cifra oficial de agentes, porque no se alistan los suficientes pero también porque desertan demasiados. Unos entran, pero otros también salen.
Aunque la institución no comenta las causas, algunos agentes dicen que otros cuerpos de seguridad son más atractivos, están mejor pagados y ofrecen empleos en grandes ciudades estadounidenses, incluido el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), que aplica la ley migratoria dentro del país. Son un impulso para dejar el cuerpo fronterizo, pero no es la única razón.
“Estaba cansada de estar arrestando a la mamá y al papá que llega en búsqueda de trabajo”, dijo a Univision Noticias Jennifer Budd, quien dejó la Patrulla Fronteriza en 2001. Esta exagente residente en San Diego cree que las causas de la deserción son más graves que la que dicen los agentes.
Budd cita que es un trabajo “muy político” que depende de las voluntades de cada gobierno, y que es una institución donde se han dado casos de corrupción y faltan más mecanismos para abordar los casos de acoso a mujeres.
Están reclutando más este 2018
En la Academia, donde se consideran una de las más completas del país, solo muestran optimismo.
“Buenos días, clase. Clase 1090, el duro trabajo que han hecho en la academia es solo el principio”, les dijo a una cuarentena de graduados Manuel Padilla, el jefe de la Patrulla Fronteriza en el valle del Río Grande. Había padres, hijos, hermanos, desfiles, música y souvenirs para celebrar que habían entrado a la fuerza.
Tras la graduación, Padilla nos dijo que ve buenas señales en el número de agentes que se están graduando y que esperan que se duplique en las próximas semanas. Mientras, en el debate público y en las noticias, la Patrulla Fronteriza está más presente que nunca. Fueron quienes tuvieron que separar a padres e hijos durante la aplicación de la política de tolerancia cero del gobierno de Donald Trump.
Este jefe hispano recibe en su zona muchos de los nuevos agentes, porque es de lejos el sector con más tráfico de inmigrantes y también porque todos los nuevos oficiales deben ser destinados primero a la frontera sur.
Desde hace dos años, llegan a las estaciones con más entrenamiento que en el pasado: seis meses en la Academia, con el español como un requisito para graduarse. También los hispanohablantes deben hacer esa clase, y son bastantes.
Más de la mitad son hispanos
La mañana en que se gradúan los agentes desayunan con sus familias: Edgar Ayala, destinado a Eagle , se encontró con sus padres, inmigrantes salvadoreños que viven en Maryland. En la mesa de al lado, el texano Mike Garcia le daba la comida a su hija de 2 años que hacía semanas que no veía.
Cerca de un 51% de los oficiales de la Patrulla Fronteriza son latinos – una parte de ellos inmigrantes o hijos de inmigrantes–. Para algunos, alistarse es una manera de devolverle al país lo que les ha dado; para otros, una forma de detener a inmigrantes como podrían haberlo sido sus antecesores.
“Les dicen: ¿por qué estás arrestando a gente que es como tu madre?”, dice Josiah Heyman, un profesor de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP) que lleva cuatro décadas investigando la frontera. “La Patrulla está rodeada de gente que es muy sensible a la inmigración”.
Pero para los nuevos agentes no parece existir ese reproche. Para Jesús Garza, de 27 años, convertirse en oficial es dar un servicio al país que lo recibió de México hace menos de una década y que lo hizo ciudadano hace un año. Para Elizabeth González, de 32 años, es dar continuidad a su servicio militar que empezó cuando cumplió la mayoría de edad.
Muchos ya viven en la frontera
Garza llegó a la Academia desde Roma, Texas, fronterizo con la violenta Tamaulipas y bañado por el río que tantos indocumentados cruzan. En la zona este mexicano se encontraba a agentes en las tiendas y le explicaban sobre su misión.
González, militar desde los 18 años, fue destinada a San Diego, donde entendió por primera vez cuál es el trabajo de la Patrulla y eso también la convenció a alistarse.
Pese a que algunos salarios de entrada no superan los 50,000 dólares, la paga de la Patrulla Fronteriza se convierte en un atractivo para jóvenes que viven en la frontera, una zona que concentra varios de los condados más pobres del país. Algunos se alistan sin estudios universitarios o sin título de high school.
Se autodenominan paramilitares
Cuando uno llega a la Academia, bajo el duro calor del desierto, ve hileras de estudiantes uniformados marchando bajo las instrucciones del líder, cargando rifles de plástico y respondiendo a gritos “yes, sir”.
Los responsables del programa elogian esa disciplina militar aplicada a un cuerpo civil y consideran que ofrecen una de las mejores formaciones del país: más larga que otras agencias de seguridad, con más diversidad de clases y con una fuerte exigencia física. Internamente denominan este entrenamiento como “paramilitar”.
Denisse Licon, una agente que opera en la zona de El Paso, recuerda su estadía en la Academia así: “El término paramilitar significa que hacemos muchas cosas similares a las que hacen academias militares, como correr en conjunto, en unidad cantando 'yes, sir; no, sir'. La disciplina”.
La disciplina está muy presente, pero también eso nos hizo complicado lograr respuestas que vayan más allá de la voz oficial, incluso algunas preguntas no fueron contestadas.
El escritor Francisco Cantú explica en su libro sobre sus cuatro años en la Patrulla Fronteriza que las clases de actividad física causaban buena parte de las deserciones en la Academia.
Ahora este hispano de Arizona califica de "sistema muy inhumano" el trabajo en la frontera, según le contó a Jorge Ramos en una entrevista. Todavía tiene pesadillas de esa época.