Política migratoria de AMLO ha sido una 'barrera invisible', pero no frena la larga crisis fronteriza de EEUU
México insiste en mantener una política migratoria distinta a la de Estados Unidos. Se basa en el desarrollo de la "responsabilidad compartida", explicó en 2018 Jorge Durand Arp-Nisen, profesor de la Universidad de Guadalajara. Es la misma postura propuesta en el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular del que México fue auspiciador (como lo muestra la reunión preparatoria realizada en Puerto Vallarta en diciembre de 2017) y que se firmó en Marrakech, Marruecos, en diciembre de 2018.
Este principio, agrega Durand, obviamente no tiene un correlato empírico, ni en los países centroamericanos de origen ni menos aún en el de destino, Estados Unidos, cuyo gobierno, durante la istración de Donald Trump, se retiró formalmente de ese pacto.
A su vez, los vecinos del sur (Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador) tampoco se han involucrado ni invertido suficiente capital político para detener los flujos irregulares de personas hacia el norte, inacción que aumenta los niveles de incertidumbre a corto y mediano plazo en todo el hemisferio, pero sobre todo en Washington.
Por otra parte, la sociedad con Estados Unidos no ha sido la mejor en términos de proteger sus principios. Entre 2018 y principios de 2021, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) enfrentó hostilidad y ataques directos de su homólogo estadounidense, Trump, quien durante su campaña tildó a los inmigrantes mexicanos -y de paso al resto de inmigrantes sin papeles- de violadores, traficantes y asesinos, discurso que sembró una errónea percepción sobre México en general.
Pero la virulencia de los ataques de Trump se contradice con los discursos que ambos mandatarios pronunciaron en la Casa Blanca en julio de 2020 durante una visita de Estado del mandatario mexicano. AMLO, mientras miraba al republicano a los ojos, dijo: "Fallaron los pronósticos, no nos peleamos, somos amigos y vamos a seguir siendo amigos".
La amistad mencionada por López Obrador, sin embargo, sigue generando dudas. Principalmente porque entre 2018 y enero de 2021, la primera parte de su sexenio, se vio forzado a permitir que Trump desarrollara una política de ‘tolerancia cero’ en la frontera que incluyó limitaciones al paso de inmigrantes provenientes de naciones de mayoría musulmana, restricciones a la política de asilo, limitaciones a la inmigración legal, separaciones forzadas de familias y la implementación del Programa Permanecer en México (MPP), entre otros. A la política migratoria de Trump hay que agregar el cierre de la frontera a partir del 20 de marzo de 2020 debido a la pandemia del COVID-19.
¿Son amigos AMLO y Trump?
A principios de enero de este año, AMLO urgió al Congreso de Estados Unidos que regularice a 10 millones de inmigrantes indocumentados (de ellos 5 millones de mexicanos) y destinara $20,000 millones de dólares a América Latina como parte de los esfuerzos para mejorar las condiciones en el hemisferio occidental y frenar la huida de migrantes hacia el norte en busca de mejores oportunidades.
El llamado lo hizo en medio de un intenso debate en el Senado para aprobar el presupuesto 2024 e incluir una enmienda para mejorar la situación de la frontera. Pero el plan se descarriló por falta de votos tanto demócratas como republicanos.
Tres meses más tarden en abril, Trump fue consultado sobre los pedidos de dinero de AMLO para invertir en el hemisferio. Su respuesta fue categórica: “Quieren $10,000 millones al año, México acaba de pedir $10,000 millones al año. Nunca lo pedirían. No les daría ni 10 centavos”, dijo el expresidente, quien insiste en que, si vuelve a la Casa Blanca, impulsará una política migratoria más severa que la ejecutada durante su primer gobierno.
Si bien las entrevistas dan a entender posturas irreconciliables, los hechos apuntan a lo contrario. En julio de 2020, cuatro meses antes de que Trump perdiera la elección ante Joe Biden, José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch (HRW), publicó un artículo en el diario Los Ángeles Times donde afirmó que López Obrador se convirtió en “uno de los aliados más cercanos de Trump” y lo acusó de “colaborar con él en políticas que atropellan derechos”.
Vivanco explicó que, luego de asumir la presidencia (en diciembre de 2018) con la promesa de no ‘hacer el trabajo sucio de Estados Unidos’, López Obrador “ha sido un socio entusiasta de Trump en los intentos de este último por desmantelar el sistema de asilo estadounidense y evadir lo que dispone el derecho internacional sobre refugiados”.
“Envió al Ejército a la frontera sur de México para interceptar a las familias de refugiados que huyen de la violencia y abusos en Centroamérica. Suscribió el programa Quédate en México (MPP), que obliga a los solicitantes de asilo a esperar sus audiencias en campamentos improvisados, peligrosos e insalubres en el lado mexicano de la frontera, donde pueden ser secuestrados y extorsionados y sufrir violencia por parte de los carteles, así como por parte de agentes mexicanos”, escribió.
A pesar de las críticas, Vivanco mencionó un punto a favor de AMLO en su análisis de 2018, que López Obrador “se diferencia de Trump al menos en un aspecto: a pesar de sus políticas anti-derechos, se describe a sí mismo con frecuencia como un humanista y habla públicamente sobre el respeto de su gobierno por los derechos humanos. Trump, al contrario, ni siquiera pretende valorar esos temas, salvo cuando se trata de atacar regímenes como Irán o Venezuela, que le resulta políticamente conveniente”.
¿Y la relación entre AMLO y Biden?
“Probablemente hay menos diferencias entre AMLO, Biden y Trump, en términos de la política migratoria de las que uno supone”, dice Eduardo Gamarra, profesor titular de ciencias políticas en el departamento de política y relaciones internacionales de la Universidad Internacional de Florida (FIU). “Y la campaña electoral, yo diría, que nos ha puesto en posiciones totalmente opuestas”.
Al resumir la relación entre el presidente de México y Biden, Gamarra aclara una postura que fue sembrada por la campaña y el discurso de Trump. “No hay una frontera abierta, hay una incapacidad de Estados Unidos de hacer cumplir la ley, que es diferente”. Y menciona un segundo punto incluido en la propaganda electoral del candidato republicano: “El muro, como tal, como todos sabemos, no se cumplió. La parte que se construyó era lo que ya había, se la arregló un poco. O sea, que el muro no ha crecido de manera sustantiva durante Trump, pero lo que sí uno ve es la diferencia notoria entre la forma en que López Obrador se llevó con Trump y la forma en que se lleva (relaciona) con Biden”.
Gamarra explica que la amistad entre López Obrador y Trump tiene componentes que los asemejan. “Trump se parece más al estilo de López Obrador, ambos son septuagenarios, populistas, irreverentes, poco respetuosos de protocolos, etcétera. Se llevaron (y se llevan) muy bien. Creo que Trump personalizó la relación con López Obrador, a diferencia de Biden quien la burocratizó”.
La burocratización mencionada por Gamarra se resume en el envío de un embajador mexicoamericano (de Colorado, Ken Salazar) “que ha sido un buen diplomático, pero que son típicos de istraciones demócratas en política exterior”. Y agrega que “son mucho más burocráticos y al mismo tiempo mucho más conscientes de lo que es el rol de las burocracias americanas”.
En este rol, “no sólo participa Seguridad Nacional (Homeland Security -DHS-), sino el Departamento de Estado, las diferentes agencias que trabajan con México”, indica. “Entonces, no fue el presidente Biden el que jugó un rol protagónico en las relaciones con México, salvo en dos o tres ocasiones, a diferencia de como lo hizo Trump”.
Gamarra también menciona que el nombramiento de la vicepresidenta Kamala Harris en 2021 como “zarina de la inmigración” tampoco cumplió con ese objetivo. “Más bien ella se avocó a Guatemala o a otros países, pero no tanto a México. No como se esperaba en un comienzo. México debería haber sido su enfoque, creo que hubiese sido más efectivo. Con Trump, en cambio, fue una relación mucho más personal, con la retórica que él tenía y todo. Biden, por el contrario, ha sido absolutamente burocrático en estos años”.
Al lado flaco de López Obrador
Durante todo su mandato, López Obrador ha defendido una política migratoria basada en el respeto a los derechos humanos de los inmigrantes, tanto de aquellos que se quedan en México como quienes deciden seguir viaje al norte para pedir asilo en Estados Unidos. El mandatario reconoce a México como país de tránsito.
Preguntamos a Gamarra si, al ser un país de tránsito, México tiene alguna responsabilidad de colaborar con Estados Unidos en frenar la inmigración indocumentada. Su respuesta obliga a poner atención a un tema que, en la mayoría de los casos, no está presente en los debates sobre derechos migratorios.
“Los inmigrantes indocumentados son un commodity (mercancía) más, sólo un commodity ilegal más”, responde. “Existen acuerdos con todos los países de América Latina, hay compromisos internacionales para prevenir el flujo de estupefacientes, drogas, cocaína, heroína, lo que sea… México ha firmado todos esos acuerdos y, de la misma manera que México ha firmado acuerdos sobre tráfico humano, y por supuesto, le corresponde hacer algo”.
Pero todo indica que en este campo tanto México como Estados Unidos no están ganando esta batalla. “Lo que creo es que mucha gente no, a menos que no lo entienden o no quieren comprender, que el tráfico humano se ha vuelto hoy mucho más lucrativo que el tráfico de cocaína, el tráfico de heroína, el tráfico de otras drogas que no han cesado, por supuesto, por lo que está involucrada una enorme cantidad de organización transnacional ilegal", precisa.
Gamarra subraya que “esto hace que, si uno ve al inmigrante como un commodity ilícito, hay mecanismos para prevenirlo”. Pero advierte si no se mejora el estatus de las condiciones humanas de esa gente, “parece que no habrá un sentido de que estas son personas, seres humanos, no son drogas”. Y, por lo tanto, teme que a este tema “ni siquiera se les está dando el trato ni la colaboración internacional que se concede a otras actividades ilícitas”.
“México tiene una responsabilidad enorme de cumplir con los acuerdos que ha firmado y no lo está haciendo en su totalidad”, indicó.
Un informe de Social Jesuitas de 2015 reveló que en ese momento el comercio de seres humanos movía entre $7,000 y $10,000 millones al año. Y que hasta 2 millones de niños están sujetos a la prostitución en el comercio sexual mundial. Otros 20.9 millones de personas eran víctimas de trabajo forzoso (55% mujeres y niñas).
En 2022, el exembajador contra la trata de Estados Unidos, John Richmond, advirtió que la persecución del tráfico humano había caído en un 40%. Y aseguró que la trata de personas recaudaba en ese período de tiempo alrededor de $152 miles de millones de dólares. Además, señaló que "hay una urgencia respecto a este tema. Entre la batalla que libran los traficantes y el gobierno, los traficantes están ganando. Estamos persiguiendo víctimas, en lugar de los traficantes".
Por su parte, en 2022 Forbes reportó, de acuerdo con datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), que esta “economía”, en particular la operada por el crimen organizado, llega a generar beneficios anuales estimados en $2,000 millones de dólares, equivalente a un 3.6 por ciento de todo lo que se produce y consume al año a nivel mundial.
Entre las más lucrativas están el tráfico de drogas, con ganancias de alrededor de $320,000 millones de dólares, y la trata de personas en su modalidad de prostitución ajena y explotación sexual, con utilidades de $110,000 millones.
UNODC dijo que en 2022 el tráfico de personas generó ganancias por $31,600 millones de dólares, un negocio criminal redondo, sin lugar a duda, y que, además, no ofrece garantía de llevar sanas a las personas desde sus países de origen hasta su destino en Estados Unidos.
AMLO no cree en las amenazas de Trump
Quizás por experiencia o por amistad, López Obrador no cree que Trump vaya a reiniciar la construcción del muro fronterizo que divide a los dos países si gana las elecciones del 5 de noviembre.
"¡El muro no funciona!", dijo el gobernante mexicano durante una entrevista concedida en marzo al programa 60 Minutes de la cadena CBS. Aseguró que Estados Unidos “necesita a México" y que con Trump “nos entendimos muy bien. Firmamos un acuerdo comercial que ha sido favorable para ambos pueblos. Él lo sabe. Y el presidente Biden también".
AMLO también insistió en que la solución a la crisis migratoria, que ha golpeado su sexenio que finaliza en octubre, y también las istraciones de Trump y Biden, se reparará si Washington se compromete al envío de $20,000 millones al año destinados a los países más pobres de Latinoamérica y el Caribe, así como la legalización de millones de indocumentados, pedido similar al que hizo en enero.
Trump respondió que “ni $10 centavos” le daría a México.
Los dirigentes de la diáspora mexicana en Estados Unidos, muchos de ellos convertidos en líderes del movimiento de defensa de los derechos de los inmigrantes, justifican el papel jugado por el presidente mexicano ante las presiones de Washington. “Se acomodó de la mejor manera posible a Trump y Biden para obtener el mejor beneficio posible para México”, dice Juan José Gutiérrez, director ejecutivo de la organización Derechos Plenos para los Inmigrantes, en Los Ángeles, California. Aunque haya sido a costa de frenar caravanas o detener el mayor tiempo posible las oleadas migratorias en el sur de Chiapas, fronterizo con Guatemala.
El activista indicó que en la disputa entre López Obrador y Trump el mandatario mexicano se vio forzado a llegar a acuerdos con Estados Unidos para evitar ser castigado con aranceles a los productos que se fabrican en México “si México no se comprometía a detener los flujos migratorios”.
Gutiérrez dice que “no había opción. Le quedaban dos años a Trump y el daño que hubiese causado a la economía mexicana hubiera sido enorme. Por eso se acusó a México de aceptar políticas inhumanas contrarias a su política de respeto a los derechos de los inmigrantes como país de tránsito”.
“A todo el mundo le hubiese gustado que México invirtiera y creara centros de atención a inmigrantes y les dieran un trato excelente en lugares cómodos, de tránsito, de descanso y recuperen energías y avancen hacia la frontera norte en el ejercicio de su soberanía. Pero México no invirtió y no pudo invertir capital significativo en todo el escenario en que se encontraba entre 2018 y 2020”, dijo.
Tras una pausa, el activista reconoció una realidad de la que pocos hablan: “México no puede adoptar políticas de inmigración que se antepongan a los intereses estratégicos y de seguridad nacional de Estados Unidos. Ningún país puede hacer eso, mucho menos el vecino del sur”.
Pero no todo es negativo para México, indica Gamarra. “Es un país que tiene el gran beneficio de ser miembro del área de libre comercio más grande del mundo”, subraya. Y sostiene que desde 2018 “ha logrado transformar su economía. Por eso ha bajado la cantidad e flujo de migrantes de México hacia Estados Unidos, pero está atrayendo a inmigrantes provenientes de otros países”.
Lo que no ha beneficiado a AMPLO, agrega, es la retórica de Trump respecto al vínculo que ha tejido entre inmigración, seguridad, violencia, crimen y narcotráfico. “Las encuestas asocian estas cosas. Los buenos resultados de México no aparecen. El discurso de Trump, y la respuesta del gobierno mexicano a esos ataqu4es, sembraron una percepción que le hace mucho daño a México y López Obrador no ha podido revertir eso”, concluyó.