Iglesias santuario, un movimiento que crece y desafía las políticas migratorias de Trump
Denver, Colorado - El profesor retirado Chris Wheeler es un feligrés de First Unitarian Society en Denver, Colorado, que duerme una vez a la semana dentro de su iglesia para acompañar a una inmigrante indocumentada que se refugió allí para evitar su deportación a México.
Duerme poco cada vez que pernocta en la iglesia, pues permanece alerta ante cada crujido del viejo edificio. Su consigna es convertirse en un escudo humano si el Servicio de Inmigración y Aduana (ICE) viene por la inmigrante que tiene una orden de deportación. En una congregación cuáquera cercana, Mountain View Friends Meeting que alberga a una indocumentada peruana que también tiene la orden de abandonar el país, han puesto en marcha un operativo similar.
Esas congregaciones son dos de las nueve que se unieron a lo que se conoce como el 'nuevo movimiento santuario' en Colorado cuando aumentaron las deportaciones de indocumentados en el gobierno republicano de George W. Bush y cuando arreciaron en la istración demócrata de Barack Obama.
El movimiento ha cobrado fuerza a nivel nacional en medio de las nuevas reglas migratorias, la dura retórica del mandatario Donald Trump y las detenciones de más de 600 inmigrantes indocumentados en las últimas semanas. Tras las elecciones presidenciales, el número de iglesias y congregaciones que quieren apoyar o convertirse en 'santuario' se ha duplicado a más de 800 de diferentes creencias, aseguran activistas.
"Para esta misma fecha del año pasado, nuestro movimiento creció a nivel nacional de 100 congregaciones a 400 congregaciones cuando el presidente Obama intentó deportar a mujeres y a niños centroamericanos que buscaban asilo. Ese número se ha duplicado desde las elecciones", detalló a Univision Noticias Jennifer Piper, coordinadora de la coalición de iglesias santuario en Denver para la organización American Friends Service Committee.
"Tenemos sobre 60 pedidos de información de congregaciones que quieren saber más sobre el (movimiento) santuario (…) hay una respuesta mucho mayor ahora que el lenguaje que se está usando es tan negativo y dañino", agregó Piper, cuya organización ayuda a inmigrantes en Carolina del Norte, Colorado, Oregon y Washington.
Si bien cientos de congregaciones han ofrecido sus instalaciones o apoyo económico, solo se encuentran 'viviendo en santuario' unos 15 inmigrantes en este momento, precisó Piper.
Algunos prefieren que su caso no salga de las paredes de las iglesias que los cobijan. Otros sí han optado por hacerlos públicos, en parte para presionar a las autoridades migratorias. Actualmente, la cara más visible del movimiento es Jeanette Vizguerra, una inmigrante mexicana que lleva dos décadas en Estados Unidos y tiene una orden de deportación por haber colocado un número de Seguro Social falso en una solicitud de trabajo y por haber reingresado a suelo estadounidense luego de haber salido para despedir a su madre enferma en México.
Pese a que son pocos los casos de migrantes que están viviendo en iglesias, Peter Morales, un reverendo que lidera la Unitarian Universalist Association (que agrupa a más de 1,000 congregaciones), considera que ello es suficiente para hacer llegar su mensaje al gobierno y a las autoridades de ICE.
"Lo más importante es que la gente se ha dado cuenta de lo que está pasando, porque ofrecer refugio a 20, 30 o 100 personas no es mucho. Lo importante es proteger a los miles o hasta millones de personas que están en peligro ahora, y a eso nos estamos dedicando", dijo Morales sobre las órdenes ejecutivas firmadas por Trump días después de haber llegado al poder y que ampliaron las prioridades de deportación de inmigrantes indocumentados.
Desafiando al gobierno
El movimiento santuario no es nuevo. Las iglesias comenzaron a dar techo a inmigrantes en la década de 1980, cuando la istración de Ronald Reagan negó asilo a una parte de los miles de nicaraguenses, guatemaltecos y salvadoreños que llegaron a Estados Unidos huyendo de la represión de los gobiernos centroamericanos de ese entonces.
Una congregación presbiteriana y otra cuáquera desafiaron al gobierno y refugiaron a centroamericanos en Tucson, Arizona. Se convirtieron en una especie de barómetro sobre lo que sucedería con el movimiento en los tribunales, pues el Departamento de Justicia presentó cargos contra 18 activistas en ese estado y en Texas. Algunos fueron declarados culpables, pero ninguno llegó a cumplir condena.
Desde su resurgimiento en los gobiernos de Bush hijo y de Obama ninguna persona ha sido acusada. Sin embargo, la única salvaguarda de quienes deciden ‘entrar en santuario’ es un memo firmado en 2011 por John Morton, exdirector de ICE bajo Obama. El documento cataloga a las iglesias, hospitales y escuelas como ‘lugares sensibles’ en los que agentes de ICE deben abstenerse de arrestar a indocumentados.
Pero algunos dentro del movimiento creen que esto puede cambiar. "Nos preocupa que su política cambie. Por eso estamos aquí (en la iglesia) toda la noche", reconoció Wheeler, el voluntario de la First Unitarian Society en Denver.
El reverendo Morales coincide. "Hasta este momento no se han metido en las iglesias a sacar a las personas. Pero lo pueden hacer".
¿Y si llega ICE?
El recibir a un inmigrante en una iglesia va más allá de ofrecerle un lugar donde vivir. Los de las congregaciones también montan planes de emergencia por si agentes de ICE tocan a la puerta; especificando qué decir, qué datos revisar si es que traen una orden de arresto o para entrar al lugar, a quién llamar…
"Las puertas están siempre cerradas. ICE debe venir con una orden que tenga expresamente el nombre de la persona que está en santuario y tenemos un grupo telefónico de respuesta rápida", explicó Piper. "Si la persona que está en santuario así lo quiere también formamos una especie de escudo humano e inmigración tendrá que arrestar a algunos de nosotros para poder llevarse a la persona. Jeanette e Ingrid (las inmigrantes que están en congregaciones en Denver) entienden que eso puede pasar y que se las pueden llevar", agregó.
Ese es el scenario más temido de quienes respaldan el movimiento santuario: que ICE entre a llevarse a los inmigrantes para deportarlos. Su temor no se centra en si están quebrando o no la ley, pues afirman que ese riesgo es casi nulo debido a que no están escondiendo a nadie. En el caso de las dos mujeres que viven en congregaciones en Denver, por ejemplo, ambas notificaron a las autoridades migratorias dónde se encuentran.
"Han sido muy abiertas sobre dónde están, así que las iglesias no las han estado escondiendo", dijo Piper. "Como personas de fe tenemos que creer en una ley mayor y tenemos que honrarla cuando nuestro sistema no se condice con nuestros valores", acotó.
Para los que critican el movimiento es todo lo contrario.
“Es ilegal que alguien, de forma deliberada y consciente, evite que un inmigrante indocumentado sea detectado por las autoridades federales”, dijo a NPR Jessica Vaughan, directora de políticas del Center for Immigration Studies, una organización que aboga porque la inmigración sea menor. Para Vaughan, las iglesias se arriesgan a ser multadas o procesadas. Ello no ha sucedido hasta el momento.
El mexicano Arturo Hernández, quien se refugió en la congregación First Unitarian Society de Denver entre 2014 y 2015, asegura que su encierro voluntario no fue en vano.
"Me tocó pasar (en santuario) mi cumpleaños y Navidad. También pasó algo triste. Estando encerrado murió mi mamá en México. No poder ir a despedir a mi madre fue duro", recordó. Pero "valió la pena y, aunque no hubiese podido arreglar mi situación, habría valido la pena porque se hubiera luchado hasta lo último".