María Beletanga, de 58 años, vio partir a su hijo, José Wilson Jarana, de 22, en el año 2012. Fue el último de sus cuatro hijos en viajar a Estados Unidos. Sus tres hermanos costearon todo, incluso los elevados montos que personas inescrupulosas pidieron para supuestamente ayudarlo a volver a casa. Crédito: Edu León
En el imaginario de muchos jóvenes de las provincias del sur de Ecuador, Azuay y Cañar, migrar a Estados Unidos es la única manera de progresar y construir una mejor vivienda para su familia. En las regiones de origen de los migrantes, las casas de adobe son una señal de que nadie de esa casa ha emigrado. Crédito: Edu León
Casi todos los habitantes de estas zonas del sur del país tienen un familiar en Estados Unidos. El Divino Niño de Praga es una de las tantas devociones que tienen los que migran. Muchos de los migrantes que han logrado llegar a su destino sin contratiempos le agradecen el milagro. En una pequeña capilla en Cuenca reposa una imagen de este ‘niño’ milagroso y las paredes del recinto están llenas de placas de agradecimiento como la que aparece en esta foto. Crédito: Edu León
Marcia Andrade es madre de Jonathan Sánchez, quien inició el viaje a Estados Unidos con 20 años. El 4 de diciembre de 2017 se comunicó con él por última vez. Dijo que iba a cruzar el desierto. Tres meses después llegó la noticia desde Estados Unidos que habían encontrado su ropa y sus documentos junto a unos restos óseos que presuntamente son suyos. Su madre enseguida entregó una muestra de sangre para que se realicen pruebas de ADN. Aún no tiene respuesta.
Crédito: Edu León
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La hermana de Jonathan Sánchez, de 7 años, también sufre por la ausencia de su hermano mayor en El Tambo. Esta población ha sido el origen de la más reciente migración a Estados Unidos. Los jóvenes que el año pasado
cayeron del tren de aterrizaje de un vuelo que iba a Nueva York eran de esta localidad. Crédito: Edu León
El barrio Los Trigales, en Cuenca, es un símil del sueño frustrado de muchos migrantes que a la distancia enviaron dinero para construir las casas de sus sueños, pero los cimientos de las casas fueron fabricados sin cumplir los estándares técnicos necesarios y todo se vino abajo. Crédito: Edu León
Tener una casa propia es una de las aspiraciones de todos los migrantes que viajan. Los arquitectos que reciben los encargos cuentan que envían fotos de cómo las quieren. Los diseños suelen tener influencia de los estilos arquitectónicos que han visto en Estados Unidos. Crédito: Edu León
María Virginia Nivicela Quindi, de 62 años, vio marcharse a su hijo José Vicente Morocho en enero de 2017. Era la tercera vez que intentaba cruzar la frontera de forma clandestina y murió ahogado en el río Bravo. Su cuerpo fue repatriado en junio de 2017. La clave en este caso fue que el migrante no se deshizo de sus documentos. Esto aceleró su identificación. Crédito: Edu León