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Salud Mental

El trauma de los niños separados de sus padres en la frontera no termina con la reunificación

No será fácil que vuelvan a los brazos de sus padres, muchos de los cuales ni siquiera han podido ser localizados, y menos lo será el reparar el daño psicológico del que fueron víctimas. El camino hacia la sanación es largo y debe comenzar desde ya, advierten los expertos.
6 Feb 2021 – 02:01 PM EST
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Ni una orden ejecutiva firmada desde la Casa Blanca con la mejor de las intenciones, ni incluso la reunificación familiar una vez alcanzada -lo que tomará tiempo- podrán borrar fácilmente las secuelas del trauma que sufren los niños que estuvieron y siguen estando separados de sus padres como consecuencia de la política de 'tolerancia cero' implementada por el gobierno de Trump y que ahora Joe Biden intenta revertir.

“Esperar que la vida y que las relaciones padres/hijo van a estar bien apenas se de la reunificación es un error”, explica a Univision Noticicas Nora Baladerian, psicóloga clínica especializada en trauma y abuso.

El impacto de lo que han vivido podría marcar a estos menores de por vida y que será necesario proporcionar apoyo psicológico profesional para ayudarlos a sanar, insisten los expertos en la materia.

" Las consecuencias no son exclusivas para ese niño que está frente a nosotros, sino para ese mismo niño cuando sea un adulto de 20, 30 años. El estrés tóxico genera secuelas de por vida ", aclara a Univision Noticias el pediatra Ilan Shapiro, vocero de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP).

“No estoy seguro de que el daño pueda ser completamente reparado. Es cierto que los niños son muy resilientes y sí pueden sobreponerse a situaciones muy duras con la ayuda adecuada, pero muchos de estos niños estarán dañados de por vida por esta experiencia. Tomará un esfuerzo tremendo ayudarlos a superar este trauma”, dijo a Univision Noticias Donald K. Freedheim, profesor retirado de Psicología de la Universidad de Case Western Reserve, en Ohio.

Baladerian coincide: “No hay vida normal después de un trauma. Se pueden encontrar maneras de lidiar con él, pero la pérdida de un padre en estas circunstancias no puede ser completamente reparada”.

Explicación biológica

Existe una explicación biológica para esto. “Al nacer el cerebro es el órgano menos desarrollado del organismo. Es a mediados de los veinte que termina de madurar. Cualquier adversidad seria o prolongada como la separación repentina de un cuidador, modifica la estructura y el desarrollo del cerebro. Deteriora la habilidad del niño de procesar las emociones y deja heridas emocionales que son profundas y permanentes”, advierte Jacek Debiec, profesor asistente del Departamento de Psiquiatría del Instituto de Neurociencia Molecular y de Comportamiento de la Universidad de Michigan, en un artículo.

Ha trabajado directamente con niños que han atravesado este tipo de experiencias y asegura que, aunque haya o no un diagnóstico psiquiátrico formal, el sentimiento de seguridad y confianza en los demás se ve afectado por siempre.

La forma en que se manifieste ese impacto puede variar, así como también su intensidad. Algunos lograrán sobreponerse mejor que otros: la edad, intensidad del trauma y duración inciden. “Aun cuando muchos de ellos logren tener una vida productiva y de bienestar en la adultez, el impacto psicológico todavía estará allí para el resto de su vida y nunca se sabe hasta qué nivel cada persona se ve afectada, por eso lo mejor es prevenir estas situaciones”, aclara la psicóloga infantil Sandra Pisano.

La separación no es la primera experiencia traumática que experimentan estos niños. “ Empieza en sus países de origen con la violencia. Se le suma el trauma del viaje que puede ser muy duro y luego el de llegar a la frontera y ser separados, que es el último y el peor. Es una acumulación de traumas”, recalca.

Entre las posibles secuelas psicológicas que puede dejar esta experiencia están el Síndrome de Estrés Postraumático, que incluye depresión y ansiedad, y Trastorno Reactivo de Vinculación ( Reactive Attachment Disorder), explica Baladerian.

Esta última es una condición severa en la que un niño no establece vínculos afectivos saludables con sus padres o cuidadores y ocurre cuando sus necesidades básicas de afecto y estabilidad no están cubiertas. Entre sus síntomas se incluyen tristeza constante, aislamiento, imposibilidad de sonreír, falta de interés en el juego y en las interacciones sociales.

La reunificación con los padres es un componente esencial para ayudar a estos niños. “Necesitan el amor y apoyo de sus padres para que el estrés se reduzca y el organismo deje de liberar las hormonas que lo producen”, insiste Pisano.

Pero por sí sola, la reunificación no borrará las cicatrices emocionales. “Tan pronto como los niños sean reunificados con sus padres todos los de la familia deben recibir terapia psicológica y esos costos deben estar cubiertos por el gobierno que causó el trauma”, señala Baladerian.

Un padre que esté traumatizado o bajo altos niveles de estrés no tendrá las herramientas necesarias para apoyar a su hijo luego de lo que ha atravesado. “Los padres también han sido sometidos a una gran cantidad de traumas que probablemente comenzaron con las circunstancias terribles que estas familias atravesaban en sus países de origen”, dice Pisano.

¿Cómo ayudarlos a sanar?

Baladerian destaca que, aunque las heridas del trauma sean profundas, la terapia puede ayudarlos. “El hecho de la separación nunca podrá ser corregido, pero el impacto emocional sí”, dice.

Ella recomienda un tipo específico de terapia llamada Thought Field Therapy (terapia de campo de pensamiento), aprobada por la agencia de Abuso de Sustancias y Servicios de Salud Mental en EEUU para el tratamiento del síndrome de estrés postraumático, depresión y ansiedad que no requiere de medicación y que probó ser efectiva en el tratamiento de sobrevivientes de tragedias como las de Ruanda o de Kosovo.


Organizaciones como Seneca Family of Agencies, una agencia de salud mental sin fines de lucro, ya se han activado para ayudar. Provee servicios de salud mental gratuitos, confidenciales y en español a familias que hayan sido impactadas por la política de Tolerancia Cero.

Un informe publicado por Physicians for Human Rights en febrero del año pasado, acerca de los efectos psicológicos persistentes de la separación de las familias muestra la envergadura de la labor que hay por delante.

En él se recopilan casos como el de una niña de 7 años de El Salvador, tan temerosa de perder a su madre tras la reunificación, que no puede dormir, ni permanecer en el aula del colegio sin ella. Sus ataques de pánico en una ocasión requirieron una ida al hospital. O el de un niño de tres años, separado de su padre mientras dormía en el piso de un centro de detención, que tiene pesadillas y está convencido de que lo separarán de su padre nuevamente.

En casi todos los casos observados, los evaluadores médicos expertos señalaron que el trauma sufrido por las familias justificaba una intervención adicional y apoyo terapéutico continuo ya que los sucesos estaban causando una ‘angustia considerable’ y un deterioro funcional continuo. Las intervenciones más recomendadas incluyen la psicoterapia centrada en el trauma, la liberación de las personas detenidas y medicación”, advierte el informe.

Las medidas de Biden llenan de esperanza a niños como Adán (nombre falso), un menor que en 2018, con apenas 12 años, fue enviado a un refugio en Nueva York y separado de su padre (quien fue deportado a Guatemala). “Su vida está en riesgo. Que hagan lo posible para que venga rápido”, exclamó en entrevista con Noticiero Univision al enterarse del grupo especial que creará el presidente para intentar reunificar a las familias separadas.

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