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Imágenes de la pandemia y la guerra arriesgan la salud mental de los verificadores de datos

A la hora de separar lo que es verdadero de lo que es falso, los fact-checkers se exponen a contenidos gráficos extremadamente violentos, desde autopsias de bebés a escenas de linchamiento. En esta edición de "Crónicas de la desinformación", damos algunos consejos para evitar trastornos postraumáticos.
Publicado 21 Abr 2022 – 10:40 AM EDT | Actualizado 21 Abr 2022 – 01:10 PM EDT
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La protección mental de los fact-checkers es algo nuevo y discutido en pequeños espacios. Avanza más lentamente de lo deseado.
Crédito: Fotos: IStock/ Arte: Arlene Fioravanti

Los periodistas latinoamericanos suelen decir que los reporteros que visitan las cárceles y las comisarías de policía son los que tienen las historias más tristes y violentas en las manos. Que este es el grupo que puede sufrir trastornos emocionales como consecuencia de la constante exposición a lo que es más duro y horrible en el mundo. Tras dos años de pandemia y dos meses de guerra en Ucrania, me arriesgaría a incluir a los verificadores de datos en este colectivo. Separar lo que es verdadero de lo que es falso no está siendo fácil.

En febrero de 2020, cuando el planeta aún no sabía casi nada sobre el nuevo coronavirus y sobre los miles de muertos que dejaría, me puse a verificar la veracidad de un video que circulaba por las redes sociales y que supuestamente mostraba a un grupo de personas con rasgos asiáticos "comiéndose a un bebé".

La grabación era durísima y traía comentarios altamente xenofóbicos. Había quienes decían que los chinos habían pasado a comerse a sus niños y/o que el covid-19 vendría de esta práctica. Para verificar la autenticidad del contenido, tuve que ver aquel video varias veces. Parando y volviendo. Parando y volviendo. Observando con detenimiento los frames (las imágenes cuadro a cuadro) y comparando con otros datos disponibles online.

Gracias a la ayuda de varios otros de la alianza #CoronaVirusFacts, concluí que las imágenes no habían sido manipuladas sino que correspondían a una autopsia realizada en el cuerpo de bebé en un centro forense de Bangkok, en Tailandia. Logré incluso encontrar el nombre de la médica que aparecía en el video, Pornthip Rojanasunand, la entonces directora general del Instituto Central de Ciencias Forenses.

Algunos de los fact-checkers que publican contenido en español decidieron publicar sus conclusiones y escribieron que la grabación estaba totalmente fuera de contexto. Nadie en aquel video iba a comerse un bebé muerto. Aquellas personas tampoco eran chinas, sino tailandesas.

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¿Y por qué escribo sobre esto tanto tiempo después? Porque hace unos días volví a soñar con este video. Volví a sentir la angustia de imaginar que alguien pudiera alimentarse de un niño. Me desperté con mucho malestar.

Carol Macário, verificadora de la Agência Lupa, en Brasil, recuerda – con frecuencia – los videos de las personas que buscaban tanques de oxígeno para sus familiares contaminados por el nuevo coronavirus en la ciudad de Manaus.

"Aquellas escenas me asombran hasta hoy. Solo de pensar en aquellas grabaciones siento falta de aire y una tristeza aguda, y no estoy siendo dramática", cuenta la periodista.

Karen Rebelo, editora de Boom Live en India, me dijo antes de la pandemia que estaba preocupada por la posibilidad de ver a su equipo sufrir de estrés postraumático. Los linchamientos son comunes en su país y sus fact-checkers pasaban días analizando videos y fotos de personas siendo apaleadas por otras.

Tampoco faltan imágenes perturbadoras conectadas (o falsamente conectadas) a atentados terroristas, catástrofes naturales y ahora a la guerra en Ucrania.

La semana pasada escribí sobre el esfuerzo que hicieron los verificadores de más de 20 países para detectar que un video de los cuerpos abandonados por los rusos en la ciudad de Bucha era verdadero, pero que no era cierto que mostraba a un muerto “moviendo la mano” como forma de pedir ayuda.

En el mundo del periodismo hay una amplia oferta de soporte a los corresponsales que van y vuelven del frente de batalla. Hay apoyo para reporteros, fotógrafos y camarógrafos veteranos de guerra. En algunas de las más importantes redacciones de Latinoamérica, también existen sistemas de protección para garantizar la seguridad de aquellos que visitan las más peligrosas chabolas o que tienen que lidiar con crímenes bárbaros.

La protección mental de los verificadores de datos es, sin embargo, algo nuevo y discutido en pequeños espacios. Es un asunto que avanza más lentamente de lo deseado.

Rappler, en Filipinas, pasó a ofrecer atención psicológica a sus verificadores después de que el gobierno de Rodrigo Duterte se pusiera en contra del trabajo que realizaban y de su CEO, Maria Ressa. En India, Karen Rebelo decidió escribir una serie de consejos informales y compartirlos con sus compañeros. El contenido es valioso y puede ser replicado en muchos lugares del mundo.

En favor de la salud mental, aquellos que trabajan contra la desinformación deben:


  1. Evitar ver contenidos gráficos y violentos después de las 8 pm. Estos pueden interferir en la calidad del sueño y una noche de descanso es fundamental para recomponerse.
  2. Advertir a los compañeros y los conocidos que están trabajando con contenidos violentos y duros, subrayando que esto puede afectar su humor de alguna manera.
  3. Antes de compartir imágenes fuertes con los demás del equipo de verificación, avisa sobre la gravedad de su contenido y envíalas solo a a los que estén de acuerdo con recibirlas.
  4. Evitar ver videos violentos con sonido. Es una buena práctica proteger al menos a uno de los cinco sentidos.
  5. Pedir ayuda profesional, si es necesario.
  6. Saber desconectarse del horror del mundo, cultivando un hobby, viendo a amigos y familiares y – otra vez – descansando.

Si estudias, investigas o reporteas sobre mensajes falsos, sigue el consejo de los que llevan más tiempo en este oficio. Antes que nada garantiza tu salud mental. Si no trabajas con esto, sensibilízate y apoya a los verificadores de datos a tu alrededor de la manera que te sea posible: un mensaje, un tuit, una llamada.

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Cristina Tardáguila es directora senior de programas de ICFJ y fundadora de Agência Lupa.

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