Bad Bunny es el número uno del mundo: ¿vamos a darle por fin un lugar de relevancia al reggaetón?
Cuando la profesora Yarimar Bonilla, directora del Departamento de Estudios de Puerto Rico del Hunter College, puso en sus redes sociales que el fenómeno de Bad Bunny, o de Benito, como más bien le conocen todos en su tierra, era “como si Los Beatles fueran de Vega Baja”, una avalancha de comentarios y críticas inundaron sus redes sociales. A ella, sin embargo, la respuesta no le sorprendió.
A pesar de que Bad Bunny es el artista más escuchado en todas las plataformas digitales en el mundo, agota fechas en el Yankee Stadium, de Nueva York, por noches seguidas y recientemente se ha convertido en el único artista de habla hispana en ganar el premio de ‘Mejor artista del año’, de los MTV VMA, todavía parece haber mucha reticencia a ver a aquel chamaquito que empacaba bolsas en un supermercado de Vega Baja, Puerto Rico, como uno de los grandes. Como uno de los verdaderos grandes de la música.
Es verdad, la comparación con Los Beatles es compleja porque los contextos históricos y, sobre todo, las formas como opera la industria de la música han cambiado radicalmente de mano de las redes sociales y de la distribución digital. “Sin embargo, Bad Bunny, dadas las lógicas de la industria musical de este momento, es como en su momento Los Beatles, el que ha generado más éxito y más dinero”, le explicó la profesora Bonilla a Univision Noticias.
Sin embargo, la indignación ante la comparación que había hecho esta experta de la cultura puertorriqueña dejaba en el ambiente preguntas muy interesantes. ¿Acaso seguimos percibiendo el reggaetón como un género menor y popular incomparable con músicas más canónicas y derivadas de territorios más hegemónicos como el rock and roll en Inglaterra? ¿Acaso nos parecía que un latino, mejor aún, un puertorriqueño, un artista que canta en español, no podía efectivamente liderar el gusto global como, en su momento, lo hizo el cuarteto de Liverpool?
“¡El reggaetón es cultura!”, sentencia tajantemente Ashley Mayor, del colectivo Hasta Abajo Project, un grupo de jóvenes académicos radicados en diferentes partes del mundo, que ha querido centrarse en este género para darle su verdadero valor y potenciar su relevancia.
“Creo que la indignación, ese descreimiento sobre los verdaderos alcances de Bad Bunny tiene que ver con algo generacional que suele pensar que lo pasado siempre fue mejor. Pero también hay un cierto desdén clasista. Se piensa que el reggaetón no tiene un valor estético complejo, porque es de la gente, así que si lo ves como menor es porque te sientes por encima, con un capital cultural mayor. Pero lo que esa crítica no ve es que la forma como el reggaetón se utiliza socialmente es muy diferente a lo que se narra en las historias o se escucha en sus líricas. La gente hace de la canción una experiencia colectiva y divertida. Entonces creo que tenemos que poner la atención en cómo la gente lo está usando y qué evoca en la gente. Ni yo mismo sé cómo explicarlo. Puedo teorizar, pero al final del día estoy bregando con algo de la emoción que es difícil de expresar”, explica por su parte el profesor Luis E. Rivera-Figueroa, experto en cómo se comercializa la música en Estados Unidos de la Universidad de Texas.
Ser número uno cantando en español
Quizás es ese mismo recelo hacia las músicas populares que provienen de la periferia, como es el caso del reggaetón, es el que el propio Bad Bunny ha querido desafiar con toda su apuesta artística. Lejos de lo que sugieren las grandes disqueras, el autor de ‘Yonaguni’ y ‘Yo perreo sola’, ha logrado ser el número uno de todos los rankings cantando en español y más aún, haciendo todos sus tours y sus conferencias de prensa en un idioma al que todo artista que tiene pretensiones globales tiene que renunciar.
Su lógica es sencilla: si todos los artistas anglos van por el mundo dando sus entrevistas en inglés, por qué él tendría que hacer algo diferente que esperar que los medios se acomoden al idioma que él habla. “Él lo dice como si fuera algo muy natural, pero la verdad es que la lógica del consumo cultural de los países dominantes es que, el que no habla inglés, tiene que hacerlo para salir a sus giras, y el que no habla bien inglés se abochorna, pero Benito dice “no entendí nada de lo que acabas de decir”, sin complejo. Eso nos inspira a los latinos que hemos sentido la presión de asimilar que el éxito tiene que ser en inglés y para los americanos. Su actitud es refrescante”, explica la profesora Yarimar Bonilla.
El mismo Bad Bunny lo dejó muy claro el pasado 29 de agosto, cuando recibió en pleno concierto en Nueva York el anuncio de que se llevaba el premio más anhelado del año entre la industria musical estadounidense.
Su apuesta por el español, pero además, por nominarse como puertorriqueño y no simplemente como latino, ha conseguido que mucha gente sienta empatía por su figura, una figura que mientras canta “Porque la noche de anoche fue. Algo que yo no puedo explicar. Eso era dando y dándole sin parar” se ha convertido en un verdadero exponente de los problemas de su tierra.
Una voz de la rabia y el dolor en Puerto Rico
“Cuando Benito entra en la industria de la música, todo va a la par con la crisis económica, política y ambiental en Puerto Rico (PR). Su primer éxito 'Diles' es en el 2016, que es cuando se impone la junta de control fiscal en PR y se declara la quiebra. Después, la primera vez que sale en la televisión de Estados Unidos, en el show de Jimmy Fallon, lo hace cantando ‘Estamos bien’ haciendo referencia a los desastres del huracán María. Luego, saca la canción ‘Afilando los cuchillos’ que se usó en las protestas del 2019 para tumbar al gobernador en PR", explica la profesora Bonilla.
Las vicisitudes de la isla, lejos de ser un contexto aislado, parecen ser a los ojos del público, fenómenos con los que muchos pueblos se pueden identificar y a los que muchos en el mundo están dispuestos a cantarles unas cuantas líricas mientras perrean. Pero si bien esa cierta rabia, ese subrayar que están molestos con el poder apela a algo local, cuando Bad Bunny hace sus transgresiones con su género, ahí sí que termina por hacerse más global y extrapolable.
“Él es activista pero no porque se nomine así, sino porque lo hace desde las acciones, nunca ha hablado sobre su sexualidad y su género, pero hace cosas que rompen con la expresión de género tradicional de lo que es ser un hombre, eso genera conversaciones importantes entre los jóvenes. Por ejemplo, con el beso que le dio al bailarín en los premios MTV la pregunta era muy clara ¿Tienes que ser homosexual para besarte con otro hombre?”, asegura Fabo Feliciano de Hasta Abajo Project.
Bad Bunny es mucho más que un simple reggaetonero. Es un artista que interpela en una sola figura a muchas identidades al mismo tiempo. Identidades que estuvieron siempre marginadas de los grandes mercados, pero que ahora son audiencias activas que moldean el consumo. Sí, quizás como lo expresa el profesor Rivera-Figueroa, “los marginados encuentran en el reggaeton una forma de expresión” y esos marginados globales aman ver que sus luchas se pueden encarnar de forma tan divertida, colorida, rebelde, espontánea y, sobre todo, gocetas y bailable como lo hace Bad Bunny.
Mira también: