Trump favorece la imposición de nuevos y enormes aranceles: ¿qué son y cómo funcionan?
Donald Trump ha identificado lo que ve como una solución universal para los males de Estados Unidos: imponer enormes aranceles nuevos a los bienes extranjeros que ingresan a Estados Unidos.
El expresidente y actual candidato republicano afirma que los aranceles (básicamente, impuestos a las importaciones) crearán más empleos en las fábricas, reducirán el déficit federal, bajarán los precios de los alimentos y permitirán al gobierno subsidiar el cuidado infantil.
Incluso dice que los aranceles pueden promover la paz mundial.
“Los aranceles son lo mejor que se haya inventado jamás”, dijo Trump este mes en Flint, Michigan.
Trump y los aranceles
Como presidente, Trump impuso aranceles con gran pompa: apuntando a los es solares, el acero, el aluminio y prácticamente todo lo que viene de China.
“El hombre de los aranceles”, se autodenominó.
Esta vez, va mucho más allá al proponer un arancel del 60% a los bienes procedentes de China, y un arancel de hasta el 20% a todo lo demás que importe Estados Unidos.
Recientemente, ha subido aún más la apuesta. Para castigar al fabricante de maquinaria John Deere por sus planes de trasladar parte de su producción a México, Trump prometió gravar con un 200% todo lo que la compañía intente exportar de vuelta a Estados Unidos.
Y amenazó con aplicar aranceles del 100% a los productos fabricados en México, una medida que podría hacer estallar un acuerdo comercial que la propia istración de Trump negoció con Canadá y México.
Los economistas tradicionales, quienes son generalmente escépticos con respecto a los aranceles considerándolos una forma en su mayoría ineficiente para que los gobiernos recauden dinero y promuevan la prosperidad, están especialmente alarmados por los últimos aranceles propuestos por Trump.
Un informe del Instituto Peterson de Economía Internacional concluyó que las principales propuestas arancelarias de Trump, suponiendo que los países afectados respondieran con sus propios aranceles, le restarian más de un punto porcentual a la economía estadounidense para 2026 y haría que la inflación sea dos puntos porcentuales de lo que habría sido sin tarifas en próximo año.
La vicepresidenta Kamala Harris ha desestimado las amenazas arancelarias de Trump como poco serias. Su campaña ha citado un informe que concluyó que el arancel universal del 20% de Trump costaría a una familia típica casi $4,000 al año.
Pero la propia istración Biden-Harris tiene gusto por los aranceles. Mantuvo los impuestos que Trump impuso a 360,000 millones de dólares en productos chinos, e impuso un arancel del 100% a los vehículos eléctricos chinos.
De hecho, en los últimos años Estados Unidos se ha retirado gradualmente de su papel posterior a la Segunda Guerra Mundial como promotor del libre comercio global y los aranceles bajos. Ese cambio ha sido una respuesta a la pérdida de empleos manufactureros estadounidenses, ampliamente atribuida al libre comercio descontrolado y a una China cada vez más agresiva.
Los aranceles son un impuesto a las importaciones
Normalmente se cobran como un porcentaje del precio que un comprador paga a un vendedor extranjero. En Estados Unidos, los aranceles son recaudados por agentes de Aduanas y Protección Fronteriza en 328 puertos de entrada en todo el país.
Las tasas arancelarias varían desde automóviles de pasajeros (2.5%) hasta zapatos de golf (6%). Los aranceles pueden ser más bajos para los países con los que Estados Unidos tiene acuerdos comerciales.
Por ejemplo, la mayoría de los bienes pueden circular entre Estados Unidos, México y Canadá libres de aranceles gracias al acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá firmado por Trump.
Desinformación sobre quién paga realmente los aranceles
Trump insiste en que los aranceles los pagan los países extranjeros. Pero de hecho, son los importadores (empresas estadounidenses) los que pagan los aranceles, y el dinero va al Tesoro de Estados Unidos.
Esas empresas, a su vez, suelen trasladar sus mayores costos a sus clientes en forma de precios más altos. Es por eso que los economistas dicen que los consumidores suelen acabar pagando la factura de los aranceles.
Aun así, los aranceles pueden perjudicar a los países extranjeros al hacer que sus productos sean más caros y más difíciles de vender en el extranjero. Yang Zhou, economista de la Universidad Fudan de Shanghái, concluyó en un estudio que los aranceles de Trump a los productos chinos causaron más de tres veces más daño a la economía china que a la estadounidense.
Para qué sirven los aranceles
Al aumentar el precio de las importaciones, los aranceles pueden proteger a los fabricantes nacionales. También pueden servir para castigar a los países extranjeros por cometer prácticas comerciales desleales, como subsidiar a sus exportadores o vender productos a precios injustamente bajos.
Antes de que se estableciera el impuesto federal a la renta en 1913, los aranceles eran un importante motor de ingresos para el gobierno. De 1790 a 1860, los aranceles representaron el 90% de los ingresos federales, según Douglas Irwin, economista del Dartmouth College que ha estudiado la historia de la política comercial.
Los aranceles cayeron en desgracia a medida que el comercio global crecía después de la Segunda Guerra Mundial. El gobierno necesitaba flujos de ingresos mucho mayores para financiar sus operaciones.
En el año fiscal que terminó el 30 de septiembre, se espera que el gobierno recaude $81,400 millones en aranceles y tasas. Eso es una nimiedad en comparación con los $2.5 billones (trillions en inglés) que se espera que provengan de los impuestos sobre la renta de las personas físicas y los $1.7 billones de los impuestos a la Seguridad Social y Medicare.
Aun así, Trump quiere promulgar una política presupuestaria que se parezca a la que estaba en vigor en el siglo XIX.
Trump ha argumentado que los aranceles a las importaciones agrícolas podrían reducir los precios de los alimentos al ayudar a los agricultores estadounidenses. De hecho, los aranceles a los productos alimenticios importados casi con certeza harían subir los precios de los comestibles al reducir las opciones para los consumidores y la competencia para los productores estadounidenses.
Los aranceles también se pueden utilizar para presionar a otros países en cuestiones que pueden o no estar relacionadas con el comercio. En 2019, por ejemplo, Trump utilizó la amenaza de los aranceles como palanca para persuadir a México de que tomara medidas enérgicas contra las oleadas de migrantes centroamericanos que cruzaban el territorio mexicano en su camino hacia los Estados Unidos.
Trump incluso ve los aranceles como una forma de prevenir guerras.
"Puedo hacerlo con una llamada telefónica", dijo en un mitin en agosto en Carolina del Norte.
Si otro país intenta iniciar una guerra, dijo que lanzaría una amenaza:
"Les vamos a cobrar aranceles del 100%. Y de repente, el presidente o el primer ministro o el dictador o quienquiera que esté dirigiendo el país me dice: “Señor, no iremos a la guerra”.
Los economistas generalmente consideran que los aranceles son contraproducentes
Los aranceles aumentan los costos para las empresas y los consumidores que dependen de las importaciones. También es probable que provoquen represalias.
La Unión Europea, por ejemplo, respondió a los aranceles de Trump al acero y al aluminio gravando los productos estadounidenses, desde el bourbon hasta las motocicletas Harley-Davidson. Del mismo modo, China respondió a la guerra comercial de Trump imponiendo aranceles a los productos estadounidenses, incluida la soja y la carne de cerdo, en un intento calculado de perjudicar a sus partidarios en las zonas agrícolas.
Un estudio realizado por economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts, la Universidad de Zúrich, Harvard y el Banco Mundial concluyó que los aranceles de Trump no lograron restaurar los empleos en el corazón de Estados Unidos. Los aranceles “ni aumentaron ni redujeron el empleo en Estados Unidos” donde se suponía que debían proteger los puestos de trabajo, según el estudio.
A pesar de los impuestos de Trump al acero importado en 2018, por ejemplo, el número de empleos en las plantas siderúrgicas estadounidenses apenas se movió: se mantuvo en alrededor de 140,000. En comparación, Walmart por sí solo emplea a 1.6 millones de personas en Estados Unidos.
Peor aún, las tarifas de represalia impuestas por China y otras naciones a los productos estadounidenses tuvieron “impactos negativos en el empleo”, especialmente para los agricultores, según el estudio. Estos aranceles de represalia solo fueron compensados en parte por los miles de millones de dólares en ayuda gubernamental que Trump distribuyó a los agricultores. Los aranceles de Trump también dañaron a las empresas que dependían de importaciones específicas.
Sin embargo, si bien la guerra comercial de Trump fracasó como política, tuvo éxito en la política. El estudio encontró que el apoyo a Trump y a los candidatos republicanos al Congreso aumentó en las áreas más expuestas a los aranceles a las importaciones: el Medio Oeste industrial y los estados del sur con una gran presencia manufacturera como Carolina del Norte y Tennessee.
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