New Hampshire, el estado que puede decidir las elecciones si Trump se recupera en las encuestas

En un centro deportivo con hierba artificial y techo bajo enmarcado con una tubería de plástico en Bedford, un joven voluntario de la campaña de Donald Trump pide a cientos de personas que saquen sus teléfonos. Paso a paso, les indica que compongan un mensaje nuevo, tecleen en el remitente la dirección de un tal Mark, escriban en el asunto “ I’m with Trump” y le den a enviar.
Mark es Mark Sanborn, otro joven activista del partido republicano en el condado de Hillsborough, el de Bedford y, lo más importante, el de Manchester. Aquí está la mayoría de la población de New Hampshire y aquí viene Trump a hacer campaña.
Es el condado crucial de un estado clave pese a sus dimensiones. Es pequeño, pero también es el único estado que está dividido entre republicanos y demócratas en Nueva Inglaterra y que puede aclarar el resultado en caso de empate.
La última salida para Trump
El estado que dio a Trump el triunfo que le impulsó en las primarias puede ser ahora su última salida para conquistar la Casa Blanca. En el escenario más favorable para Trump, contando con sus victorias en Florida y Ohio, los cuatro votos electorales de New Hampshire podrían ser los que desequilibraran la balanza si el resultado estuviera muy ajustado el 8 de noviembre.
“Tiene que haber un empate virtual para que New Hampshire marque la diferencia en el colegio electoral”, me explica Dante Scala, politólogo de la Universidad de New Hampshire.
Éste es el escenario en el que New Hampshire decidiría las elecciones presidenciales.
El efecto Bernie
Según las últimas encuestas en este estado, Hillary Clinton tiene una ventaja holgada, pero a ninguna de las campañas se le olvida que los votantes de New Hampshire prefirieron a Bernie Sanders en las primarias.
“Bernie vendió su alma al diablo”, dice Trump en Bedford. Según el candidato republicano, si Sanders se hubiera retirado y alejado de la campaña, sería “un personaje legendario”.
El New Hampshire Gazette, el periódico más antiguo del país, que ahora se reduce a pocas páginas y se distribuye gratis, lleva en portada una foto de una pinza de la ropa con escrito “Hillary 2016”. Explica que es un nuevo pin que utilizan los sanderistas para sugerir que apoyan ahora a Clinton pero que votarán por ella con una pinza en la nariz.
El periódico lo distribuye por ejemplo Book & Bar, una librería-café de Portsmouth, una ciudad bastión de Sanders cerca de la costa. Al lado de la caja hay una foto del senador de Vermont cuando visitó el lugar unas semanas antes de las primarias y en la nevera del café aún cuelga la pancarta de “Bernie 2016”.
“No soy fan del statu quo. Pero prefiero el statu quo a un dictador”, cuenta sonriente el librero.
Clinton a por los estudiantes
A 20 minutos de aquí, en Durham, está la Universidad de New Hampshire, la representación de los jóvenes que dieron la espalda a Clinton en las primarias y que ahora pueden ser su punto débil. El 71% de los votantes que participaron en las primarias demócratas en Durham lo hicieron por Sanders.
Por eso, Clinton ha escogido este sitio para hacer un mitin y un con Sanders sobre cómo liberar a los universitarios de las deudas con las que ahora cargan por estudiar. También aquí la campaña mandó hace unos días a Elizabeth Warren, la senadora de Massachussetts y otra heroína septuagenaria de los jóvenes de izquierdas.
En la Universidad de New Hampshire, es difícil encontrar a jóvenes que no hubieran apoyado a Sanders. Algunos reconocen que les ha costado pasarse a Clinton después de las primarias.
"Fue un poco difícil para mí. Me gustaba mucho Bernie, lo que tenía que ofrecer. Para un joven como yo sus ideas eran muy frescas. No habíamos visto algo así desde Barack Obama", me explica Joseph Ramírez, un estudiante de Políticas de 18 años. "Ahora es mi obligación votar por Hillary para que se asegure de que no se pierde el trabajo de Obama”.
Su familia vive en Long Island y es de origen dominicano. Ramírez cita las frases agresivas de Trump contra los inmigrantes como un motivo más para votar. "La idea de deportar a 11 millones de personas no sólo es ofensiva, sino que no es de lo que va América", dice.
Ésta es la primera vez que votará en las elecciones. En las primarias demócratas, aún no había llegado a la mayoría de edad, pero trabajó de puerta en puerta a favor de Sanders. Muestra orgulloso una foto que tiene en su teléfono y que se hizo con la esposa del senador de Vermont durante las primarias.
En el mitin de Durham, el joven lleva una pegatina de Clinton en la solapa, pero rechaza la oferta de subir al escenario para estar junto a Clinton y Sanders. "Demasiadas televisiones", dice.
Votará en New Hampshire, algo especial para un neoyorquino.
“Siento que mi voto realmente cuenta. Tengo realmente algo que decir”, explica Ramírez, sonriente.
Votantes con experiencia
La mayoría de los votantes en New Hampshire están acostumbrados a ver a los candidatos de cerca y a que voto sea importante ya desde las primarias, las primeras del país.
“New Hampshire puede ir hacia cualquier lado”, me explica Sonia Pearsall, que vive en Hillsboro y tiene una aseguradora que lleva con su marido, Frank. Los dos van a votar por Trump. Ella ha teclado el email
a Mark que le pedía el joven al principio del evento en Bedford y dice que está “hablando con gente” para convencerles de que voten por Trump.
“Estaba segura desde el principio porque es un empresario, no es un político. Estamos hartos de las mismas cosas una y otra vez”, explica Pearsall, que dice casi siempre ha votado por candidatos republicanos aunque hace cuatro años apoyó a Mitt Romney “con reticencias”. “Su tono era muy liberal”, comenta.
Los Pearsall dicen que votarán por Trump, pero reconocen su “decepción” por la actuación de su candidato en el primer debate presidencial.
“Trump tiene que hacer la lista de lo que va a hacer, no de lo que ha hecho. Tiene que ser especifico”, dice Sonia. Frank se queja de que su candidato se pusiera a insultar a Alicia Machado, la ex miss Universo a la que el empresario afeó su peso. “No te metas en eso. No contestes a esa pregunta”, dice Frank, como si pudiera aconsejar a Trump.
Los votantes de New Hampshire son exigentes. Muchos hablan de las preguntas que les han hecho a los candidatos en town halls o de las numerosas veces que los han escuchado en directo.
También son una mezcla peculiar de zonas muy universitarias y liberales y zonas conservadoras.
Una de las claves para el futuro es, según explica el profesor Scala, es “si los votantes con educación universitaria se mueven hacia el partido demócrata como resultado de Trump”. En ese caso, el estado puede convertirse en sólido demócrata con los vecinos.
En conjunto, New Hampshire es un estado donde hay más personas mayores y más blancos (dos segmentos que tienden a votar republicano) que en el resto del país. La clase media vive acomodada. New Hampshire tiene un desempleo del 3%, casi dos puntos por debajo de la media nacional. Pero lo salarios crecen y los puestos más atractivos se van a otros estados con una fuerza laboral más dinámica. También hay nuevos problemas sociales, como la adicción de heroína, que es una de las más altas del país.
Trump cita el desempleo (que no es un problema) y la crisis de la heroína (que sí lo es).
“Mirad lo que ha pasado con vuestros trabajos”, dice Trump al millar de personas que le escuchan en Bedford. La mayoría hombres, la mayoría mayores. Él dice que el ascenso de heroinómanos se debe a que “los politicos le han fallado a su gente”. Pero no propone soluciones.
Tiempos oscuros
En New Hampshire los votantes llevan escuchando promesas de los candidatos desde hace más de un año.
Ante el dilema electoral, el periódico más grande del estado, el conservador Union Leader de Manchester, ha roto su tradición secular de apoyar al candidato republicano a la Casa Blanca. Propone a Gary Johnson como "luz" en estos "tiempos oscuros".