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    El secreto mundo de abusos y explotación que vive la creciente población haitiana que se asienta en Ciudad de México

    Entre los mexicanos la presencia de los haitianos es tema de conversación tanto en las redes sociales como en las calles. Muchos se sorprenden de que estos inmigrantes, en particular, se hayan adaptado tan rápido a las costumbres y tradiciones de México.
    Publicado 6 Jun 2024 – 11:04 AM EDT | Actualizado 7 Jun 2024 – 04:05 AM EDT
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    Alexis Remy, haitiano de 35 años, destaca entre los cientos de mexicanos que caminan por las calles del centro de la Ciudad de México. Su piel negra llama la atención entre las caras morenas de los chilangos que, poco a poco, se han ido acostumbrando a ver a migrantes haitianos en las calles de esta gran urbe.

    Hoy en día se puede ver a los haitianos en actividades que antes solo realizaban los mexicanos. Trabajan como albañiles, atendiendo negocios informales, despachando carne y verduras en los mercados o vendiendo sus propias mercancías en las calles.

    “Se han integrado a la sociedad y cultura de los mexicanos”, dice Imelda Reyes, dueña del negocio de bolsas y carteras donde trabaja Remy desde hace ya seis meses.

    Remy es uno de los miles de migrantes que vienen de Haití y que han hecho de México su segundo hogar. Lleva casi un año viviendo en el país, ha tenido varios empleos informales y ha aprendido a comunicarse en español.

    El creciente aumento en la migración es uno de los temas que más aqueja al país, y que será una de las problemáticas que tendrá que atender la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum, que ganó las elecciones el pasado 2 de junio.

    El plan inicial de Remy, al igual que muchos migrantes, era llegar a EEUU, pero los mexicanos lo han recibido tan bien que prefiere quedarse en ese país. “Yo estoy bien aquí, solo faltan mis papeles para trabajar formal”, cuenta Remy a Univision.

    Como él, miles de migrantes han encontrado en los comercios informales una forma de subsistir mientras continúan su travesía hacia EEUU, pero muchos otros lo han convertido en su forma de vida, ya que México resultó atractivo para ellos y han decidido establecerse en el país.

    El comercio informal en México: un arma de dos filos

    Carol Joseph, una haitiana de 26 años, llegó hace apenas un mes a la Ciudad de México y desde de su segundo día, ya trabaja con una de sus primas en un negocio informal de ropa en el centro de la ciudad.

    “Yo (me voy a quedar) aquí con ella…ella (me) dice que aquí todo bien…ella (tiene) aquí dos años”, explica a Univision con lo poco que ha aprendido de español.

    Joseph ni siquiera ha sacado cita en la Oficina de Aduanas y Control Fronterizo (CBP), piensa quedarse en México y después ayudar a otro de sus primos a trabajar en un negocio en el centro.

    Como ellos, muchos haitianos han creado una red de apoyo y de trabajo en los comercios informales de la Ciudad de México: se recomiendan con sus empleadores y se ayudan a comunicarse con la clientela.


    Y es que la informalidad laboral y comercial en México abre la puerta para que miles de migrantes puedan encontrar una fuente de ingresos.

    Pero sin regulación, sin pagar impuestos y sin estrictos permisos, los comercios informales han encontrado en los haitianos una mano de obra alternativa que también puede rozar con la ilegalidad y la explotación.

    El lado oscuro

    Witney Jean tiene 15 años y ya trabaja atendiendo un negocio informal de jeans. A pesar de ser menor de edad, cumple con una jornada de más de ocho horas.

    Ella no ve nada de su salario, ya que su empleador le paga directamente a su madre, que trabaja en otro negocio informal de zapatos a unos cuantos metros de ella.

    Otro problema es que los empleadores informales no están obligados a pagar un salario mínimo ni ofrecer condiciones laborales dignas, lo cual puede transformarse fácilmente en explotación laboral.

    “Su condición irregular se presta para que abusen en distintas formas de ellos”, alerta Eunice Rendón, coordinadora de Agenda Migrante, una organización que coopera con el gobierno mexicano en la ayuda a estas personas.

    Por ejemplo, Carmen Rodríguez, una ecuatoriana de 45 años que trabaja en un local de verduras en ‘La Merced’, una gigantesca central de abasto de miles de productos, cuenta que por ser migrante le pagan menos que a los mexicanos.

    Rodriguez trabaja limpiando, acomodando y vendiendo la verdura que llega al local, está de pie todo el día y no tiene ninguna prestación laboral. La mujer cuenta que por ser negra muchas veces la confunden con haitiana y piensan que no habla español.

    “Yo finjo que no hablo español. Así ellos piensan que no entiendo, y así me entero de cosas. Por eso sé que les pagan mejor a los mexicanos que a nosotros, los migrantes”, dice.

    Para Rendón, la próxima presidenta del país y de la CDMX, tiene una gran misión para resolver la problemática de la migración, pero sobre todo para crear mecanismos que los ayuden a integrarse más fácilmente a la legalidad.

    “Es necesario que haya un modelo oficial desde el gobierno que permita que sea más fácil la empleabilidad de los migrantes de manera legal para que también tengan derechos y el empleador no abuse”. “La Ciudad de México tiene que ser más realista. Muchos de estos migrantes que están trabajando no se piensan quedar en el país. Están juntando dinero para irse a Estados Unidos en unos meses”, dice Rendón.

    “Es momento que México entienda esas dinámicas y con base en eso genere cierto tipo de permiso temporal de un año o adaptarlo a lo que está sucediendo para tener un marco legal y laboral responsable y justo”, agrega.

    Univision ó al Instituto Nacional de Migración (INM) para saber si las autoridades mexicanas estaban realizando algún tipo de acción para apoyar a los migrantes que están laborando de manera ilegal, pero ningún funcionario estuvo disponible para hacer un comentario.

    En un reporte del INM que enlista las acciones realizadas por la división de protección a migrantes, el instituto señala que en lo que va del año solo han brindado asistencia legal a tres migrantes, aunque no detalla los casos, ni qué tipo de ayuda proporcionaron.

    “Hermano haitiano, ya eres mexicano”

    Entre los mexicanos la presencia de los haitianos es tema de conversación tanto en las redes sociales como en las calles.

    Muchos se sorprenden de que estos migrantes en particular se hayan adaptado tan rápido a las costumbres y tradiciones de México. Circulan en redes sociales cientos de videos de haitianos conviviendo en fiestas, cantando canciones mexicanas, incluso asistiendo a mítines como “acarreados”, como se les conoce a las personas que reciben un pago por ir a apoyar a candidatos de partidos políticos.

    Y no es que migrantes de otras nacionalidades no se hayan integrado antes a todas estas actividades, pero los haitianos, por su color de piel, destacan más, aunado al hecho de que aumentó el número de haitianos que detuvo su viaje a EEUU para establecerse en el país.

    Tan solo el año pasado México recibió 140,982 peticiones de asilo migrantes de diferentes países y Haití ocupa el primer lugar del listado con 44,188 solicitudes, de acuerdo con estadísticas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).

    Poco a poco, los mexicanos se han acostumbrado a compartir espacios con los haitianos. Y aunque una gran mayoría muestra simpatía por ellos, por sus ganas de trabajar y por su sencillez, otros no están de acuerdo en que sumen las filas de esa ciudad con más de nueve millones de habitantes.

    “Lo que yo escucho es que es gente muy trabajadora, muy responsable y por eso es que tienen esa impresión quizá más positiva de los migrantes de esa nacionalidad (haitianos) en comparación con migrantes de otra nacionalidad… pero es muy distinto el mexicano que emplea al migrante haitiano que ha tenido una buena experiencia con ellos, al mexicano al que los migrantes se fueron a vivir afuera de su casa”, explica Rendón.

    Y es que los vecinos de la delegación Tláhuac, donde se concentra la mayor cantidad de migrantes de Haití, han presentado constantes quejas ante las autoridades por los campamentos improvisados que instalaron los haitianos debido al sobrecupo que hay en los refugios de la ciudad.

    Según informó en enero el presidente del Comité Ciudadano en Defensa de los Naturalizados y Afromexicanos, Wilner Metelus, en el país se encuentran al menos 110,000 migrantes haitianos, de los cuales 45,000 residen desde hace varios meses en la Ciudad de México.

    De acuerdo con Metelus un gran número de ellos busca establecerse de manera legal en el país, por lo que en innumerables ocasiones han pedido la ayuda al gobierno mexicano para agilizar los trámites de asilo o nacionalización.

    Y es que ante la sobrepoblación en los refugios y ya con el plan de establecer en México muchos haitianos buscan rentar una casa, pero se enfrentan a cobros excesivos.

    Santia Sanon denuncia que por ser migrante las rentas son más caras para ella y su familia. “El problema que tiene para pagar (rentar) casa los haitianos (es que es) muy caro para nosotros”, explica la mujer que tiene cinco meses viviendo en la Ciudad de México.

    Coincide con ella, Emmanuel Gil, un colombiano de 36 años, que paga $2,000 pesos, poco más de $100 dólares a la semana, por una pequeña habitación, con baño compartido en una colonia popular en el centro de la ciudad.

    “Es difícil para los migrantes porque nos cobran más, pero también entiendo que los que rentan no tienen la seguridad si nos vamos a quedar a vivir aquí o desaparecemos de un día para otro”, cuenta el hombre que también se sumó a las filas de la informalidad para pagar sus gastos diarios en lo que logra llegar a EEUU.

    Así los migrantes resisten estas condiciones porque regresar a sus países no es una opción.

    Por ejemplo, Junior Ilavir, llegó desde hace dos años a México y está esperanzado con volver algún día a Haití.

    “Todo depende, porque en Haití hay un problema político, si todo (va) bien podría ingresar (volver), pero todavía no se puede”, dice el hombre, que ahora trabaja como encargado en una tienda de productos para el hogar.

    Y es que Haití está en el punto más alto de su crisis política y de seguridad. Las pandillas se han apoderado de la capital, Puerto Príncipe.

    El país caribeño no celebra comicios desde 2016 y, recientemente, Garry Conille fue nombrado nuevo primer ministro de Haití, casi un mes después de que una coalición dentro de un fracturado consejo de transición hubiera elegido a otra persona para el cargo.

    Además de los altos índices de violencia y los problemas políticos y de gobernabilidad, Haití enfrenta una crisis alimentaria y de pobreza. El a electricidad, agua potable, servicios de higiene, atención en salud y educación está gravemente limitado, por ello millones de haitianos se han visto obligados a migrar y no volver.

    ¿Llegaron para quedarse?

    Aunque la presencia de esta comunidad en Ciudad de México es inusual, no es la primera vez que grupos de haitianos se asientan en otras zonas del país, por lo que no hay unanimidad entre los expertos sobre cuál pueda ser el impacto social a largo plazo de esta migración.

    José María Ramos, investigador del departamento de estudios de istración pública del Colegio de la Frontera Norte explica que, según su experiencia con la comunidad de haitianos que formaron la “Pequeña Haití”, en Tijuana, estos asentamientos desaparecen con el paso de unos años.

    En Tijuana esa comunidad creció considerablemente en 2015, tras el endurecimiento de las políticas migratorias durante la istración de Barack Obama, pero actualmente en la zona quedan muy pocos migrantes haitianos de los miles que llegaron a habitar en esa ciudad fronteriza.

    “En la medida que se han abierto algunas opciones de inmigración en Estados Unidos… como de asilo, de reunificación de familias, eso ha generado un área de oportunidad y ha incentivado el proceso de migración hacia Estados Unidos”.

    Según Ramos, México es una alternativa temporal. “Como la Ciudad de México es su primer acercamiento se quedan ahí, pero la mayoría terminará por irse a Estados Unidos”.

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