Todo lo que necesitabas saber sobre la alimentación de tu hijo y lo que deberías cambiar AHORA
Que un niño esté bien nutrido es importante para su salud física y mental, pero sobre todo es esencial para la tranquilidad de sus padres. Conseguirlo no es siempre la tarea más fácil de todas, así que a continuación te damos pautas útiles para que descubras qué necesita comer realmente un infante y qué hábitos deberías cambiar en casa. Sigue leyendo que te contamos los detalles:
Lo que tienes que saber
Tanto en adultos como en niños, una alimentación balanceada es la llave de una salud envidiable, y por balanceada nos referimos a consumir todos los grupos de alimentos. Los carbohidratos le aportan la energía que requiere (se encuentra en granos, pastas, frutas, verduras y cereales); las proteínas ayudan al cuerpo a funcionar y a crecer (están en las carnes, pescados, leche y sus derivados, legumbres) las grasas benefician la construcción de tejido nervioso y hormonas (presente en la mantequilla, los aceites, ciertos productos cárnicos, aguacate) y finalmente vitaminas y minerales que ayudan al cuerpo a realizar muchísimas funciones vitales.
Si el plato de tu pequeño luce colorido, ¡fantástico! Es importante ofrecerle alimentos distintos e introducirle con frecuencia nuevos sabores. Algo que sucede con frecuencia es que los padres sienten que sus hijos comen poco y muchos terminan obligándoles. ¡Primero evaluemos las porciones! La cantidad de carbohidratos (pasta, arroz, tubérculos) que un niño necesita consumir es la equivalente a lo que cabe en su mano. Una rebanada de pan o 2 galletas conforman una ración.
En cuanto a la fruta y verduras, deberías ofrecerle 1 o 2 porciones en cada comida y estas porciones no deben ser mayores que el tamaño de sus dos manos extendidas. En el caso de los lácteos, el niño debe tomar 3 porciones al días. Una porción de queso son 30 gramos y de leche puedes darle un vaso dos veces al día, lo esencial es que la leche esté diseñada para la edad del niño, enriquecida con DHA que contribuye al óptimo desarrollo mental, la agudeza visual, a la concentración y a la memoria. También debe contener betaglucano, un componente que controla los niveles de azúcar en sangre y previene la obesidad.
Las proteínas que el niño necesita consumir al día son 2 a 3 porciones. El tamaño ideal es la palma de la mano del niño (si es carne o pescado) o 1 huevo, media taza de legumbres cocidas o 30 gramos de frutos secos. La medida de otros alimentos como aceite, mayonesa, mermelada o mantequilla es la punta de su dedito pulgar. Las comidas altamente procesadas, como la comida rápida, la bollería, los helados, refrescos, dulces y pasteles deberían ser suministrados al niño en cantidades reducidas y solo en ocasiones especiales.
Lo que deberías cambiar
Obligar a un niño a comer es siempre contraproducente. Normalmente es notorio si un niño está recibiendo los nutrientes que requiere, así que a menos que el pequeño no coma o beba NADA o sea tan poco que esto represente un riesgo para su salud (en esos casos debes avisar de inmediato a su pediatra), no debes preocuparte. No trates de sustituir comidas por golosinas o fast food y trata siempre de que sus alimentos luzcan apetecibles, coloridos y deliciosos.
¡No lo saques de la cocina! Involucrar a los niños en las tareas culinarias ayuda a que estén en o con distintos productos todo el tiempo, lo que aumenta las probabilidades de que prueben y acepten nuevos sabores. También es muy importante que no coman frente al televisor. Designa los momentos de las comidas familiares como sagrados y no alimentes al niño, deja que use sus cubiertos (o sus manos) y que se sirva lo que quiera.
Ganar la batalla a las golosinas empieza en ti, el adulto. Primero, no utilices caramelos como medio de recompensa o de dar afecto. También es importante no tener alimentos poco sanos demasiado disponibles, ¡no los compres! Prefiere tener productos ricos pero nutritivos. Y sobre todo trata de ser un buen ejemplo, respeta los horarios de comer y prepara comidas más sanas en casa. Y dos consejos finales: No hay razón para que tu hijo tenga que dejar "el plato limpio", si siempre deja comida en el plato es preferible servirle menos. En los restaurantes ¿por qué conformarse con el típico menú de niños? ¡Déjales explorar!
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