Permanencia del objeto: el aprendizaje que tu bebé necesita para reconocer y explorar el mundo
Durante los primeros meses de vida, el cerebro de tu pequeñito comenzará a madurar y a adquirir nuevas habilidades que lo ayudarán a comprender y explorar el mundo.
Uno de los hitos de crecimiento más importantes es cuando el bebé logra crear un vínculo cognitivo con todo aquello que lo rodea. Este aprendizaje se refiere a la permanencia del objeto.
Dicho concepto es fundamental para el desarrollo psicomotor e intelectual del bebé. Gracias a él, tu hijo tomará conciencia de que los cosas y las personas existen, aún cuando no están en su campo de visión.
Te mostramos todo lo que debes saber acerca de esta definición y cómo influye en su crecimiento.
Permanencia del objeto: qué es
Es un término acuñado por el psicólogo suizo Jean Piaget, que surge de su teoría del desarrollo cognitivo.
En ella, explica que los niños son capaces de descubrir su entorno por sí mismos y que no necesitan recompensas para aprender cosas nuevas.
Básicamente, consiste en que tu pequeño comprenda que los objetos siguen existiendo aunque no puedan ser oídos, tocados o vistos.
Esta habilidad permite que el bebé desarrolle su capacidad de memorización, aprenda a identificar figuras, aumente su vocabulario y despierte su curiosidad, explica Healthline.
Una vez que logre interiorizar esta habilidad, hay mayor probabilidad de logre adaptarse a la ausencia de sus padres, ya que será consciente de que volverán aunque en ese instante no pueda verlos.
Esto no significa que tu hijo no llorará cuando estés lejos, sino que será capaz de entender que tarde o temprano regresarás y todo volverá a la normalidad.
¿A qué edad se presenta?
De acuerdo con la Revista Psiquiátrica y Psicológica de América Latina, la permanencia del objeto se desarrolla gradualmente y llega a su punto de mayor complejidad entre los 2 y 3 años de edad.
No obstante, el bebé muestra signos de este aprendizaje desde mucho antes. Piaget lo clasifica en 6 etapas:
Del mes cero a los 8 meses
En esta etapa no conoce la permanencia del objeto. Si un juguete, su mascota o una persona desaparece de su campo de visión, pensará que se ha ido para siempre.
De los 8 a los 12 meses
El bebé es capaz de sostener un objeto que llame su atención y de buscarlo en caso de que desaparezca.
Por ejemplo, si tu pequeño está jugando con una sonaja y la ocultas debajo de su cobijita, su curiosidad despertará y comenzará a buscarla debajo de ésta.
De los 12 a los 18 meses
Si el objeto es escondido mientras el bebé observa, buscará justo detrás del sitio en donde se haya ocultado.
Durante esta fase, aprenderá a seguir tus movimientos con la mirada y podrá identificar juguetes, cosas o personas a la distancia.
De los 18 a los 24 meses
A partir del año y medio, el pequeño posee una representación simbólica de todo aquello que lo rodea, por lo que es capaz de imaginar en donde se encuentra un objeto aunque no se encuentre cerca de el.
Si ocultas un juguete y lo cambias de escondite, será capaz de emprender una búsqueda en otros sitios.
Ansiedad por separación: la contraparte
Como mencionamos anteriormente, esta habilidad guarda una estrecha relación con la ansiedad por separación.
Andrea Diaz Mendoza, experta en desarrollo infantil, menciona que este comportamiento es transitorio y suele presentarse entre los 6 y 12 meses.
A esta edad, el pequeño es capaz de diferenciar los rostros que le resultan familiares de aquellos que nunca ha visto en su vida.
Al reconocer las facciones de sus padres y familiares cercanos, su cerebro es capaz de relacionarlos con sentimientos de amor, cariño y protección. Por eso prefiere que tú o alguien cercano lo cargue, en lugar de un desconocido.
Cuando la ansiedad aparece, el Dr. Luis Martín Álvarez explica que lo más importante es transmitir una sensación de seguridad al pequeño y, bajo ninguna circunstancia, obligarlo a estar con alguien que ha rechazado previamente.
En cambio, el experto sugiere que permanezcas cerca de la persona que desea cargarlo por un par de minutos. Eventualmente, el bebé se acostumbrara a su presencia y le será más fácil convivir con él o ella.
Finalmente, asegúrate de respetar el ritmo y las necesidades emocionales de tu hijo. Si notas que está estresado y apunto de entrar a una crisis de ansiedad, no esperes más tiempo y tómalo en brazos.
Recuerda que el llanto y el estrés pueden perjudicar seriamente su desarrollo.
Mantente alerta a su comportamiento y brindale un entorno atractivo y amoroso, que lo anime a seguir aprendiendo. Su crecimiento está en tus manos, nunca lo olvides.
Y tú ¿cómo estimulas el crecimiento de tu pequeñito? Cuéntanos en los comentarios.
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