El joven inmigrante venezolano que sobrevivió a un terrible accidente de moto gracias a la perseverancia de su madre
Alba Labrador jamás podrá olvidar el momento en que recibió aquella inesperada llamada telefónica. Estaba de viaje y la aron para contarle que su hijo Jesús, que entonces tenía 17 años, había tenido un terrible accidente de moto.
“Jesús se cayó, están en tal sitio”, recuerda que le contaron. “No estaba en Miami, estaba en Nueva York… fue un dolor muy fuerte”.
No tardó en estar de regreso cuando recibió el devastador diagnóstico de los médicos. El joven se debatía entre la vida y la muerte. Pero ella se negaba a resignarse a perder a su querido hijo.
La doctora Adriana Valbuena, del Hospital Miami-Jackson Memorial, cuenta que el paciente presentaba un traumatismo craneoencefálico severo.
Tuvo fracturas de la parte facial, tuvo insuficiencia respiratoria, requirió una traqueotomía, sangro mucho y tuvo un paro cardiaco”, relata.
El joven inmigrante venezolano entraba y salía de cuidados intensivos constantemente. Los doctores no esperaban que volviera a caminar.
La moto la había comprado la madre con lo que ganaba limpiando casas porque necesitaba un medio de transporte. “Le dije, la condición es el casco, no te puedes quitar le casco, si te caes hay que proteger la cabeza”, recuerda.
Pero un día, como estaba cerca de casa, Jesús se quitó el casco y no se lo volvió a poner. Así fue que ya llegando, en un tramo sin visibilidad, un auto lo sorprendió: lo esquivó pero chocó contra un árbol.
Además, estaba en lo peor de la pandemia y al entrar al hospital dio positivo por coronavirus. Lo encapsularon en una habitación. Tuvieron que esperar ocho largos días a que bajara la inflamación en el cerebro para poder llevarlo a cirugía.
“Su cerebro había sufrido un infarto de la inflamación”, cuenta su madre.
Tras tres meses sin signos de mejoría, les pidieron llevarlo a un hospital de larga estadía pero Alba se resistió.
“Como era menor de edad no lo podían sacar del hospital, tenían que tener mi firma y yo me hacía la loca”, cuenta. No perdía la esperanza de que su hijo despertara.
Y entonces fue cuando Jesús respondió a los estímulos de un enfermero. El joven y la madre recuerdan con felicidad el momento.
Hoy Jesús, su madre y hermana siguen luchando en Nueva Jersey para tener una vida mejor cada día. Y el accidente es un mal recuerdo que les dejó una gran lección de perseverancia, amor y fe.
Y como Jesús sigue necesitando cuidados constantes, han creado una cuenta de GoFundMe para recibir donaciones.
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