Víctimas del cartel de Medellín exigen justicia tras la liberación de Fabio Ochoa en Colombia
El regreso del exnarcotraficante Fabio Ochoa a Colombia tras ser deportado de Estados Unidos ha reabierto viejas heridas entre las víctimas del Cartel de Medellín y algunas expresaron consternación por la decisión de las autoridades colombianas de dejarlo libre.
Algunas de las víctimas del cartel dijeron este martes que esperan que el excapo de la droga al menos coopere con los esfuerzos de los grupos de derechos humanos para investigar uno de los períodos más violentos de la historia de Colombia y exigieron que los fiscales colombianos también llamen a Ochoa para interrogarlo.
A finales de los años 80 y principios de los 90, el Cartel de Medellín mató a policías, políticos, jueces, periodistas y transeúntes en su guerra contra el Estado colombiano, que había intensificado sus esfuerzos para interceptar cargamentos de drogas, detener a narcotraficantes y confiscar sus propiedades. Algunos historiadores en Colombia atribuyen 10,000 asesinatos al líder del cartel Pablo Escobar.
Ochoa era uno de los operadores clave del cartel en ese momento y vivió varios años en Miami, donde dirigió un centro de distribución de cocaína. Ochoa ha negado estar involucrado en los asesinatos del cartel, pero muchas víctimas de la banda y sus familiares no le creen.
El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, tenía 12 años cuando su padre, el candidato presidencial Luis Carlos Galán, fue asesinado por sicarios del cartel en 1989. El lunes por la noche, Galán escribió en un mensaje en X que era “inaceptable” que Ochoa no enfrente cargos en Colombia.
El hermano mayor de Galán, Juan Manuel Galán, fue más allá. “La mayoría de los crímenes (del Cartel de Medellín) están en la impunidad”, escribió en X. “Junto con miles de víctimas esperamos conocer la verdad sobre la responsabilidad de Ochoa y sus aliados en secuestros, asesinatos y actos indiscriminados de terrorismo”, agregó.
Fabio Ochoa, libre en Colombia
Ochoa fue deportado a Colombia el lunes después de cumplir más de 20 años de prisión en Estados Unidos por una condena por tráfico de drogas, que no estaba relacionada con ningún asesinato en Colombia.
En el aeropuerto, a Ochoa, de 67 años, le tomaron las huellas dactilares y lo dejaron ir cuando los funcionarios de inmigración buscaron su nombre en una base de datos y confirmaron que las autoridades colombianas no lo buscaban.
En declaraciones a periodistas, que lo rodeaban frenéticamente en el aeropuerto de Bogotá, Ochoa afirmó que los fiscales estadounidenses le habían tendido una trampa. Agregó que había pagado por sus delitos de narcotráfico en Colombia a principios de los años 90, cuando pasó varios años en una prisión colombiana.
Ochoa fue liberado en 1996, pero fue arrestado nuevamente en 1999 y extraditado a los Estados Unidos en 2001 en respuesta a una acusación formal en Miami que lo nombraba a él y a más de 40 personas como parte de una conspiración de narcotráfico.
Gonzalo Enrique Rojas era un niño en 1989 cuando su padre murió en un avión comercial que fue derribado por el Cartel de Medellín, causando la muerte de las 107 personas a bordo.
Rojas, quien ahora dirige una fundación para víctimas del conflicto colombiano, dijo que el regreso de Ochoa a Colombia representa una oportunidad para que se conozcan más detalles sobre ese incidente, como qué motivó al cartel a atacar un avión lleno de civiles y cuáles fueron sus relaciones con del gobierno colombiano.
Dijo que los fiscales colombianos deberían interrogar a Ochoa sobre este suceso y otros crímenes perpetrados por el cartel. Agregó que su fundación, Colombia con Memoria, también intentará buscar una reunión con él. “Los años de prisión (para los líderes del cartel) no son tan relevantes para quienes somos víctimas del Cartel de Medellín”, dijo Rojas. “Lo que realmente repara el dolor es la justicia y la verdad”, acotó.
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