Le robaron su máquina de coser, con la que se ganaba la vida. Ahora, ella y su hija viven de lo que encuentran en la basura
Lindaris Mejía y su hija Mayra conocían la miseria, pero un ladrón les mostró que podían caer aún más bajo: ahora viven de lo que recogen en la basura. Lo que encuentran lo venden en las calles de Colombia para poder comprar comida.
Antes su vida no era de color de rosa, pero al menos Lindaris tenía su máquina de coser para trabajar. Hacía composturas de ropa, confeccionaba vestidos a encargo y remendaba la ropa de su hija, pero un día un ladrón entró a la casa y se llevó lo único que encontró de valor: su máquina de coser.
“Cuando vi la puerta abierta, dije: se me llevaron todo. Me quedé con las manos cruzadas”, cuenta Lindaris.
“Yo me puse a llorar con ella. ¿Por qué nos pasa eso cuando estamos más necesitados? Es muy duro, a veces uno dice: ‘¿por qué nos pasa?, si nosotros no le hacemos daño a nadie’”, cuenta Luz Enith, una amiga de Lindaris con la que comparte una vivienda.
Cada una de las mujeres tiene una hija. Las cuatro viven en una pequeña casa rentada que se cae a pedazos.
Tras el robo no les quedó más que vender lo poco que tenían para sobrevivir unos días. “Las telas, los hilos, las tijeras, elástico, todo lo vendí”, cuenta Lindaris quien al quedarse sin recursos tuvo que buscar otra forma para obtener ingresos.
“Por ahí para medio comer y sobrevivir, es meter las manos a la basura para conseguir ropa para vestirse, para lograr sostener la familia”, dice Mejía.
Las niñas también han tenido que trabajar vendiendo cualquier cosa que encuentren en los desperdicios. Incluso de ahí, de la basura, sacan muñecas con las que juegan.
“No tenemos casi para comida. Vamos a las calles y trabajamos reciclando para poder tener más plata y salir adelante”, cuenta una de las mujeres.
Por eso Lindaris y su amiga, que trabaja como manicurista, piden la ayuda del público para conseguir los materiales para seguir trabajando. }
“Que me ayuden en lo que puedan, en lo que Dios les ponga en su corazón. Solo echar pa’ lante; seguir trabajando porque siempre hemos trabajado”, dice Mejía.
Luz dice que necesita esmaltes de uñas para continuar trabajando como manicurista. “Hago uñas tradicionales; uñas semi-permanentes más o menos, y pues me gustaría ir a una academia para aprender más”, cuenta.
Si usted desea a que estas mujeres puedan retomar sus oficios como costurera y manicurista puede enviarles alguna ayuda económica. Para ello necesita ponerse en o al siguiente número: 011 57 (320) 991-6749.
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