¡Luces, cámara, fiesta! Estas películas fueron escandalosamente divertidas detrás de cámaras
Directores como Stanley Kubrick o James Cameron parecen haber establecido que filmar una película es lo más cercano a una tortura china; algo que solo vale la pena cuando finalmente llegas a tu gran mansión, rodeado de tus empleados y tu séquito.
Más allá de sus exageraciones, la producción de una película suele constar de trabajo duro, con un personal comprometido a dar lo mejor de sí en pantalla para regresar lo más pronto posible junto a los suyos.
Pero no siempre es así. Hay producciones de lo menos complicadas, películas que detrás de cámaras se convirtieron en una fiesta diaria para sus actores y el equipo entero. Lo mejor de todo es que el resultado fue digno de aplausos. ¿Quién dijo que no te puedes divertir en el trabajo?
Caddyshack (1980)
Mientras se filmaba Caddyshack, alguien reportó que un avión se había estrellado en el set. Ese era un día normal en este ícono de la improvisación en el cine.
La confusión del accidente aéreo ocurrió durante aquella escena en el que el personaje de Bill Murray detona el campo de golf para matar a la ardilla, algo no planeado y decidido por el reparto y el equipo de la película, sin notificar a alguien.
Pero una explosión no significa nada. La verdadera fiesta ocurrió porque, de alguna manera, improvisar en los setenta significaba llenarse de cocaína al mejor estilo de El Lobo de Wall Street.
Si a eso le unes que era la primera vez de Harold Ramis en el puesto de director, es entendible que para la semana 11 de filmación casi no hubiera nada filmado.
Según se dice, prácticamente todos los actores se drogaron durante la filmación y, de hecho, pidieron recibir su paga en efectivo porque los “ dealers” no aceptan cheques (¡obvio!).
Y para hacer la cosa todavía más divertida, el equipo corría carros de golf en medio de la noche, destruyendo los coches y el set.
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Dazed and Confused (1993)
Una película sobre adolescentes quejándose de su vida mientras están más drogados que Keith Richards en sus alocados tiempos, debía ser filmada por actores tan drogados como Keith Richards, o al menos eso fue lo que ocurrió con Dazed and Confused.
Tras elegir a los actores, la producción metió a los veinteañeros en un hotel durante dos meses; tiempo aprovechado por ellos para beber, fumar hierba y tener sexo con quien fuera, algo no muy agradable para los dueños del lugar.
Para que te hagas una idea de la locura en el set, la entonces adolescente de 16, Milla Jovovich terminó huyendo a Las Vegas para casarse con una de sus coestrellas; un matrimonio disuelto cuando la madre de la actriz se enteró de lo ocurrido. ¡Ups!
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The Blues Brothers (1980)
Bienvenida a la producción, señora cocaína. Póngase muy cómoda.
Según la historia, podía faltar la comida, pero no la cocaína en el set de esta historia que nació en Saturday Night Live. Eso sí, nadie esnifó tanta droga como John Belushi.
Considerando que el filme fue filmado en su natal Chicago, Belushi conocía bien a los vendedores de drogas de la zona y solía perderse durante horas mientras que su coestrella Dan Aykroyd lo buscaba por toda la ciudad. De hecho, una vez lo encontró en la casa de un completo extraño a las tres de la mañana. Algo normal en Belushi quien finalmente tuvo que contratar a un guardaespaldas para que no lo dejara tomar más drogas mientras las cámaras estaban encendidas.
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Slap Shot (1977)
Cuando Paul Newman es la estrella de tu película y ordena comprar cien barriles de cerveza, tomando uno cada día… bueno, eso es una fiesta.
Para no quedarse atrás, el resto de los actores también bebía muchísimo. Se dice que solían rentar coches para llevarlos a festivales de demolición, además de gastar bromas pesadas como llenar el sauna de Newman con palomitas de maíz.
¿Y si el director intentaba moderar las cosas? Bueno, Newman planeaba accidentes de coche como protesta por no dejarle beber.
Para colmo de males, el resto de los “actores” eran jugadores de hockey sin intención de ganar una carrera en el cine por lo que destrozaban sus escenas a propósito, se desnudaban y palmeaban sus para hacer que la audiencia se riera.
Animal House (1978)
John Belushi ataca de nuevo. Era tal su reputación que la producción no dudó en ubicar al actor en los suburbios, junto a su esposa y muy lejos de todos los demás. Así que no, no fue él el del problema sino el resto de los actores, quienes se tomaron muy en serio su papel.
Luego de cada grabación, la habitación de Bruce McGill se convertía en un centro de hierba, música ruidosa y autodestrucción.
Además, para actuar como niños de fraternidad, el equipo acudió a una fiesta verdadera de fraternidad, algo desagradable para los organizadores del evento que se pelearon con McGill, lo que le costó un ojo morado y algunos dientes.
Cuando Belushi se enteró de lo ocurrido, tuvieron que contenerlo de ir a la casa de la fraternidad y destrozar todo. Cosas que pasan.
¿Conoces otras historias donde la filmación fue toda una «fiesta»?