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DeSantis: el mini Trump de la Florida

"El triunfalismo pueril de DeSantis tiene como reverso el desastre en que ha degenerado la pandemia en la Florida. El gobernador ni siquiera intentó en serio preparar al estado adecuadamente para la probable propagación de la enfermedad. En lugar de ello, ordenó una reapertura de las actividades públicas prematura y desinformada por la ciencia médica".
Opinión
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2020-07-27T13:00:47-04:00
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El gobernador de Florida, Ron DeSantis. Crédito: Joe Raedle/Getty Images

Suele hacer pronunciamientos delirantes sobre la pandemia. “Todos en los medios decían que la Florida iba a ser como Nueva York o Italia, y eso no ha sucedido”, declaró en abril con la sonrisa triunfal de quien cree tener la sartén cogida por el mango. “La carga por la enfermedad no es tan significativa como en marzo y abril”, sostuvo en mayo. “Estamos en una posición mucho mejor de lo que estábamos”. “No vacilaría en poner (a los estudiantes en las escuelas), en términos de riesgo”, dijo este mes.

Son algunas de las expresiones alucinantes que profiere el gobernador Ron DeSantis, el mini Trump que ha llevado a nuestro estado de la Florida al borde del precipicio por la doble crisis sanitaria y económica. Y que probablemente seguirá cometiendo disparates peligrosos debido a su incompetencia para el cargo que ocupa y servilismo hacia el hombre que lo puso allí, con la ayuda desde luego de los votantes.

El triunfalismo pueril de DeSantis tiene como reverso el desastre en que ha degenerado la pandemia en la Florida. El gobernador ni siquiera intentó en serio preparar al estado adecuadamente para la probable propagación de la enfermedad. En lugar de ello, ordenó una reapertura de las actividades públicas prematura y desinformada por la ciencia médica.

Como resultado, en pocas semanas, la Florida sobrepasó a Nueva York y a Italia en cantidad de casos confirmados de covid-19 con más de 424,000. El número de muertes se acerca a los seis mil y es probablemente mayor, pues el gobierno de DeSantis tampoco informa con transparencia. Decenas de hospitales reportan más pacientes del mal de los que pueden manejar y se han visto obligados a aplazar otros procedimientos quirúrgicos por segunda vez este año.

El gobernador inepto se ha afanado desde el principio en describir con términos rozagantes la situación de la pandemia en la Florida, imitando el estilo engañoso y manipulador de su mentor de la Casa Blanca, adonde suele acudir para recibir instrucciones. “De Santis está haciendo un gran trabajo y pasará a la historia como un gran gobernador de la Florida”, dijo Trump de su discípulo al The Washington Post el pasado fin de semana.

Con el aparente propósito de desinformar a los floridanos, ha marginado a los funcionarios sanitarios de su propio gobierno, habiendo suspendido su participación en conferencias de prensa desde el mes pasado, cuando se habían hecho indispensables porque la pandemia arreciaba. Algunos han renunciado, como es el caso de Scott Pritchard, exdirector de la Unidad de Investigaciones de Epidemia del estado. A otros los despidió, como le sucedió a Rebekah Jones, exjefa del portal de datos del Departamento de Salud de la Florida. Jones dirige ahora una página web independiente más confiable que la del estado.

Los medios informativos también les fallaron a los floridanos al no denunciar a tiempo y con firmeza el pésimo manejo que DeSantis hacía de la emergencia sanitaria. La honrosa excepción fue The Miami Herald, el cual pleiteó incansablemente en corte para que el gobernador revelara las cifras de ancianos que, tristemente, se enfermaban y fallecían en asilos mal preparados para lidiar con la pandemia. El diario ha sido clave para conocer que hacia mediados de junio ya habían muerto 1,500 personas en los ancianatos. En el último mes, los casos de contagio en ellos escalaron de 2,000 a 4,800 a pesar de las medidas preventivas que se han adoptado.

DeSantis, al parecer, no ha terminado aún de hundir a los floridanos en el pantano de la emergencia sanitaria y económica. Ahora repite como papagayo lo que le soplan desde la Casa Blanca para que reabran las escuelas estatales dentro de unos días sin molestarse siquiera en trazar un plan estatal de manera que esa reapertura sea segura. Por eso, el sindicato estatal de maestros lo demandó hace una semana, obligándole a moderar su insensatez.

Al peor estilo de Trump, el gobernador prefiere “manejar” las expectativas de los floridanos sobre los efectos de la enfermedad a ofrecerles un plan inteligente y práctico que la frene. Se ha sumado a la cofradía demencial de quienes proclaman que el coronavirus desaparecerá por arte de magia, sin que colectivamente tomemos medidas concretas para amansarlo hasta que aparezcan remedios y vacunas que lo dobleguen.

Mientras tanto, la Florida sigue sin tener un sistema efectivo de pruebas de coronavirus, disponible para todo el que las solicite y listo para dar los resultados rápido. Tampoco cuenta con suficientes rastreadores de personas contagiadas, elemento que ha resultado esencial para frenar la pandemia en los países que lo han logrado. La imprevisión tendrá consecuencias potencialmente devastadoras para la economía estatal.

Comerciantes y trabajadores de la Florida se debatirán entre la necesidad de preservar la salud y la de sobrevivir económicamente. DeSantis ha demostrado que con él difícilmente podrán contar para resolver tan espinoso dilema.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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