Los pros y contras del aceite de coco en la cocina

Por: Valeria León
El aceite de coco —así como su pulpa y su agua— es considerado un superalimento, un concepto que dietistas británicos han puesto en entredicho argumentando que cualquier ingrediente en esta categoría puede ser igual de benéfico y nutritivo que cualquier fruta, sin que por ello haya que convertirlo en un producto de interés mercadológico y precio elevado.
Como producto cosmético el aceite de coco es un aliado gracias a que la grasa que contiene humecta la piel a profundidad. De ahí que se le vea en cremas corporales, de cara, para pies, como bálsamo para labios o incluso como suplente de jabones, espumas depiladoras y removedores de maquillaje.
En la cocina, las bondades de este producto natural caen en un terreno más ambivalente. El aceite de coco, compuesto en un 90% por grasas saturadas, contiene triglicéridos de cadena media, grasas que también se encuentran en la leche materna y que pueden incrementar el gasto energético del organismo. Cuando los ingerimos, estos triglicéridos van al aparato digestivo, luego al hígado y de ahí al torrente sanguíneo, es decir, pueden ser usados como energía ya que no se almacenan tan fácilmente.
Esta característica ha hecho que mucha gente afirme que ayudan a perder peso. Un estudio reciente descubrió que ingerir entre 15 y 30 gramos diarios de triglicéridos de cadena media puede acelerar nuestro metabolismo hasta en un 5%, lo cual equivale a unas 120 kilocalorías para la mayor parte de las personas. Sin embargo, las comunidades médicas opinan que los triglicéridos de cadena media deberían evitarse, pues en alimentos procesados pueden convertirse en grasas saturadas (las famosas grasas trans).
Entonces, ¿me lo como o no?
La nutrióloga, Abril Quintero, certificada por la Asociación Médica para el Ayuno Terapéutico y la Nutrición, recomienda el aceite de coco por ser un producto cuyos componentes no cambian con el calor, como sucede con algunos otros aceites que se usan para evitar que los alimentos se peguen a la sartén. En tanto, el profesor de la Universidad de Nottingham e integrante de la Asociación Británica de Dietistas, Duane Mellor, advierte que el aceite de coco contiene grasas saturadas, “que elevan los niveles de colesterol”.
La nutrióloga especialista en deporte Mariana Godoy Martínez de Velasco, recomienda utilizar varios tipos de aceites con diversos fines: el de oliva para ensaladas, de pepita de uva para cocinar. “El aceite de coco, al ser saturado, aguanta mucho más el calor. Puede ser útil para cocinar siempre y cuando se tome en cuenta que finalmente es grasa y aporta muchas calorías. Una cucharada tiene 117 calorías y 14 gramos de grasa” apunta Godoy.
Aunque algunos expertos han afirmado que puede servir para combatir la grasa abdominal, el licenciado en Quiropráctica y orientador en salud, Ata Pouramini, asegura que cualquier aceite engorda y el de coco tiene más calorías, “a pesar de sus propiedades quemagrasas, no lo recomiendo si se lleva una vida sedentaria con una dieta en la que no faltan azúcares e hidratos”.
También se ha dicho que el aceite de coco ayuda a la prevención del Alzheimer y regular los niveles de glucosa en la sangre, aunque no hay conclusiones científicas que respalden estas afirmaciones.
Si bien existe consenso sobre los usos que se le puede dar al aceite de coco como producto de belleza, no los hay en temas de alimentación. Lo sugerido por la mayoría de los profesionales de la nutrición es utilizarlo de manera controlada en la cocina, siempre observando qué reacciones genera en el cuerpo.
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