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Pelo

El Pelúgrafo Itinerante: cortes de pelo por toda América

Pareja de colombianos viaja por Sudamérica para realizar cortes extremos.
27 Abr 2016 – 01:37 PM EDT
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El Pelúgrafo Itinerante es un proyecto de una pareja colombiana que combina cortes de pelo con fotografías por toda América. Crédito: Cortesía David León

Lizz Jaramillo (peluquera) y David León (fotógrafo) son una pareja de colombianos que, cansados de Bogotá y de la rutina, decidieron venderlo todo, coger sus maletas y mochilear por Sudamérica con un proyecto de peluquería no convencional al que llaman El Pelúgrafo Itinerante.

Para ellos, el pelo es más que unos mechones que adornan la cabeza y un corte es “más que un capricho estético, porque nos aleja del confort y nos obliga a repensarnos como individuos”, explican a Univision Trends.

Por eso, en la primera etapa del proyecto, el Pelúgrafo Itinerante fue llevado a las calles en busca de cabezas dispuestas a hacerse un cambio radical. El motivo de tal decisión Lizz lo descubriría antes de coger sus tijeras en una conversación con el atrevido cliente, para quien el corte era su catarsis. Entonces, David capturaba la foto del “antes” como un recuerdo.

Con gente mirándolos alrededor, y sin un espejo, cada persona vivía la ansiedad de la incertidumbre de cómo quedaría después del corte, enfrentándose en cada tijerazo a su verdadero yo, evidenciado en una última fotografía tomada por David -y que serán próximamente expuestas en un libro que reúne el trabajo de su primer recorrido por Sudamérica, desde junio de 2013 hasta julio de 2014-.

“La fotografía es la memoria física de todo lo que nos sucedió: hay fotos que siempre nos están recordando cosas que pasaron en estos años, nos alegran, nos entristecen, nos avergüenzan y al final no nos dejan olvidar. 255 personas han pasado por nuestras manos hasta ahora”, afirma la pareja.

Una nueva etapa

Como el pelo, el Pelúgrafo Itinerante también crece y cambia. En junio de 2015, Lizz y David viajaron a México, país donde estuvieron seis meses y en el que pensaron en cambiar la metodología del trabajo llevándola a lugares más íntimos, que los acerquen de una forma más aguda a cada persona.

Es así como las condiciones para cortarles el pelo a las personas en esta etapa del proyecto fueron: una invitación a su casa, que les entreguen un mínimo de 10 cm de su pelo y una fotografía de sí mismos en el que el recuerdo esté directamente relacionado con el pelo, además de una grabación de voz contando cuál es ese recuerdo y en qué fecha se tomó la fotografía.

“Con esto, lo que hacemos es una reproducción en pelo de la fotografía que cada persona nos da (‘pelugrafía’). A las personas les entregamos al final la única reproducción de esa ilustración en pelo y nosotros nos quedamos con la original; queremos ir despacio con este proyecto y esperar a tener una buena cantidad de ilustración para exponerlas en algún momento”, explica la pareja.

La esencia del corte es la misma que en el pasado: sale de un diálogo previo con la persona sobre el estado actual de su pelo y los motivos que la impulsan a cambiar. La grabación de voz les sirve para mantenerse fieles a la historia en las propias palabras del protagonista y enmarcarla en una ilustración hecha con su propio pelo.

“En el viaje por Sudamérica los retratos fotográficos eran la evidencia de algo que había cambiado, de lo que le había pasado a cada persona. De alguna manera esos retratos, mediante los gestos, sonrisas, miradas, suscitan también las sensaciones que tenían las personas al verse sometidas al cambio”, cuentan. “Para los dibujos con pelo usamos las fotografías como un primer sustrato, en este caso estas nos dan pistas de las luces, de las sombras y las líneas en algo que, al final, deja de ser un registro fotosensible, pero que de todas maneras sigue siendo un registro fiel de la memoria”.

Aventuras en la ruta

Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia y México son los países a los que El Pelúgrafo Itinerante ha llegado con su arte. “Recordamos la mayoría de los nombres de las personas a las que le cortamos el pelo y a quienes nos hospedaron (a muchos los extrañamos): Didi y Lolo en Lima, Sofia y Lucrecia en Buenos Aires, Las Gumucio en Cochabamba, Healing House en Cusco por mostrarnos otras maneras de ser y hacer, República Sur y todos sus amigos en Cuenca, Casa 108 en Asunción, y la lista puede seguir infinita”.

Y cómo no acordarse también de los contratiempos. “Cuando estuvimos en Corrientes, en Argentina, nos robaron los pasaportes, el dinero, un diario de viaje, en fin, muchas cosas importantes. Ese día —en la noche— fuimos a cortar el pelo al ‘Enredo Bohemio’ en el Picasso Pub”, recuerda la pareja. “Cuando llegamos, todos sabían que nos habían robado y fueron muy solidarios; las personas que se cortaron el pelo nos regalaron muchas palabras reconfortantes; un poeta, Tony Salazar, nos hizo un poema, incluso personas que no se cortaron el pelo nos dieron dinero para que pudiéramos llegar a Buenos Aires a gestionar nuevos pasaportes”.

Ahora mismo, Lizz tiene el pelo largo. No se ha hecho cambios radicales desde el 2013 que salió de viaje. Su pelo es todo lo vivido con el Pelúgrafo; los viajes, los nuevos amigos y las nuevas formas de pensar. “Tal vez por ahora me gusta tener conmigo todos esos bonitos recuerdos”, confiesa. ¿David, su novio? Él es menos preocupado por el largo de su pelo, aunque Lizz se lo corta a veces.

Atentos sí a seguir explorando más cabezas y tocar corazones, la pareja nos cuenta que tienen pensado viajar en abril a Europa y, por qué no, continuar su ruta por Brasil, Cuba, Guatemala y la India.

“Nos falta mucho camino por recorrer”, advierten con tijera y cámara en mano.

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