{ "@context": "http://schema.org", "@type": "BreadcrumbList", "itemListElement": [ { "@type": "ListItem", "position": 1, "item": { "@id": "/delicioso", "name": "Delicioso" } } ] }
null: nullpx
Arg-local

El día que un Premio Nobel argentino creó su propio condimento

Publicado 13 Oct 2017 – 03:43 PM EDT | Actualizado 23 Mar 2018 – 11:43 PM EDT
Comparte

​​​​​​

Esta es la historia de cómo un reconocido científico argentino dio con uno de los aderezos más populares de la gastronomía local. No, no estamos hablando del chimichurri, sino de la salsa golf.

Son muchos los mitos alrededor de los orígenes de este popular aderezo. Hay quienes dicen que esta salsa nació en Estados Unidos en la década 50 como una variante de otro aderezo llamado thousand island dressing. La misma fue bautizada fry sauce, nombre por la que se la conoce en aquellos pagos.

Sin embargo, existe otra versión sobre el origen de la salsa golf que sostiene que fue creada durante los años 20 por el  Premio Nobel argentino Federico Leloir en una circunstancia accidental.

El químico era habitué del Golf Club de Mar del Plata y solía frecuentar distintas reuniones, eventos y cócteles en el lugar junto a sus amigos. En esos encuentros, se solían servir todo tipo de delicatessen, entre ellos: langostinos con mayonesa.

El problema es que Leloir estaba un poco harto de comer siempre lo mismo, por lo que en una oportunidad le pidió al mozo que le trajera algunos ingredientes extra: limón, mostaza, salsa de tomate, vinagre, entre otros.

Así, el químico argentino dio con distintas mezclas, que dio a probar a todos sus amigos. Entre todos eligieron la mejor, que mezclaba ketchup y tomate en partes iguales y la bautizaron en honor al lugar de su creación: Salsa Golf.

El aderezo fue incorporado a la carta de lugar y gustó tanto a los comensales y turistas de la ciudad balnearia que, al regresar a Buenos Aires, popularizaron la creación de Leloir en todas las fondas y cafetines porteños.

Así, por una casualidad de la vida, dimos con uno de los primeros aderezos 100% argentinos. ¡Y de la mano de un Premio Nobel! 

Comparte